Tomando este mediodía unas cañas con unos amigos en un bar acostumbrado. Se acerca a la barra una pareja como de mediana edad, para pagar la cuenta. Ella se queda mirando mi pobre iStick sobre el mostrador, entre curiosa y contrariada, como si viera unas rayas de cocaína. Le comenta a él, que viene de sacar de la máquina cinco o seis cajetillas de una famosa y vaquera marca de rubio americano: «Mira, ese es el cigarrillo electrónico, el que dicen que está prohibido». Qué sensación de irrealidad :facepalm: