Lo que no entiendo es por qué los aditivos alimentarios deben estar etiquetados y los de vapeo no.
Pero vamos, que la peligrosidad de determinados aditivos se sabe desde hace tiempo y tampoco es cuestión de emparanoyarse con ellos, porque el peligro de los venenos está en la dosis, y la dosis de aroma en el vapeo es bastante inferior que en productos alimentarios industriales.
El problema es que aunque concretaran estos componentes seguiría sin saberse su grado de toxididad, porque no es sólo la sustancia en sí, sino también la forma en la que se toma; productos beneficiosos de aplicación cutánea son tóxicos si se ingieren, por ejemplo; estos aromas alimenticios no son ingeridos, son calentados a alta temperatura mientras se mezclan con metales incandescentes, evaporados y consumidos de forma respiratoria; su inocuidad o efecto puede ser diferente que cuando se ingieren. Es decir, no es sólo que debamos saber la composición exacta de los líquidos, sino que esto debe estar unido a un estudio (SERIO) de los efectos del vapeo, ese estudio que nunca llega, y del que somos los principales demandantes.
Yo creo que ahora mismo el vapeo es el enemigo a batir y la mayoría de información o estudios son simples campañas de desprestigio, aparte de que no se cuenta aún con una base de efectos en la población activa, por lo que habría que asumir nuestra condición de cobayas, de estadística para los futuros estudios. Sabiendo que es menos perjudicial que el tabaco, sinceramente ahora no nos queda otra que CONFIAR en que el perjuicio real del vapeo no sea excesivo. Aún nos faltan datos, y para resultados concretos y certeros queda tiempo; lo único que tenemos ahora es esperanza.