A las 9 de la mañana, para mi no hay casi nada más placentero que sentarse en una terraza de un bar, a la fresca, con una taza de café caliente y oscuro, mojar un par de churros y después, apurar la estimulante bebida dando unas buenas caladas a un liquidín rico.
A mi lado, se sentó esta mañana un matrimonio joven, con un niño de unos 6 años y también se pidieron un desayuno: antes de que se lo sirvieran, y de que yo hubiese terminado de mojar las porras, ambos cónyuges a dos encendieron dos cigarrillos y comenzaron a ahumar la terraza, al niño y a mi... no dije nada.
Con el primer sorbo de café, saqué mi mod y di una profunda vaporada a pleno pulmón y solté el vapor lenta y maliciosamente cuidando de dar con todo el vapor al matrimonio evitando al niño, y entonces comenzaron los murmullos que sonaban a maldiciones. Aspiré una nueva vaporada y esta vez se la solté con fuerza y antes de terminarla pregunté "perdonen ¿les molesta el vapor?".
Ambos a dos dijeron que tuviese cuidado, que aquello daba mucho humo y que sí que les desagradaba tanto humo y que si no era por ellos, que lo hicera por el niño.
Al otro lado de ellos, estaba sentado un vaper al que conozco de vista que no se pudo aguantar y dijo: "se han sentado aquí y nos han fumigado a todos con su pestilente humo, incluido el niño al que ahora ponen como excusa y al que están convirtiendo en fumador pasivo y ¿tienen la desvergí¼enza de criticarlo?".
Ahí se vieron pillados, cogieron al niño, dejaron los cafés a medio sorber, pusieron un billete en la mesa y se largaron.
Ya lo sé, fue una macarrada, pero, no lo pude evitar.
A mi lado, se sentó esta mañana un matrimonio joven, con un niño de unos 6 años y también se pidieron un desayuno: antes de que se lo sirvieran, y de que yo hubiese terminado de mojar las porras, ambos cónyuges a dos encendieron dos cigarrillos y comenzaron a ahumar la terraza, al niño y a mi... no dije nada.
Con el primer sorbo de café, saqué mi mod y di una profunda vaporada a pleno pulmón y solté el vapor lenta y maliciosamente cuidando de dar con todo el vapor al matrimonio evitando al niño, y entonces comenzaron los murmullos que sonaban a maldiciones. Aspiré una nueva vaporada y esta vez se la solté con fuerza y antes de terminarla pregunté "perdonen ¿les molesta el vapor?".
Ambos a dos dijeron que tuviese cuidado, que aquello daba mucho humo y que sí que les desagradaba tanto humo y que si no era por ellos, que lo hicera por el niño.
Al otro lado de ellos, estaba sentado un vaper al que conozco de vista que no se pudo aguantar y dijo: "se han sentado aquí y nos han fumigado a todos con su pestilente humo, incluido el niño al que ahora ponen como excusa y al que están convirtiendo en fumador pasivo y ¿tienen la desvergí¼enza de criticarlo?".
Ahí se vieron pillados, cogieron al niño, dejaron los cafés a medio sorber, pusieron un billete en la mesa y se largaron.
Ya lo sé, fue una macarrada, pero, no lo pude evitar.