La tendencia es a la aceptación del vapeo como método contrastado para dejar el hábito del tabaco y a su reconocimiento como tal por las autoridades sanitarias. En Inglaterra ya está pasando, y es cada vez mayor el número de vapeadores. En Francia el aumento también es considerable. En España tengo la impresión de que el aumento es más moderado y, como somos pocos y nuestra protesta será entendida como absurda e ínfima, las autoridades harán lo que les plazca, y ahí tenemos el ejemplo -ridículo- de los vascos.
Eso sí, siempre teniendo en cuenta que tenemos, de entrada, un mínimo de cuatro murallas:
- El catecismo de lo políticamente correcto, bajo cuya dictadura vivimos.
- La ignorancia de la población, gran parte de la cuál considera -porque les da la gana- que el vapeo es malísimo, más que el tabaco.
- Intereses económicos, enormes, de lobbys farmacéuticos y compañías tabaqueras, en algún caso hasta inversoras en"nuevos vapeos" (Marlboro).
- Necesidad de recaudar impuestos. Una carga impositiva al vapeo haría recuperar parte de lo que no pagamos ya tras dejar de fumar.
Ni la falta de alarma social, ni de patologías asociadas al vapeo, ni de problemas de convivencia, ni la demostrada absoluta mejoría corporal y económica del vapeador, ni decenas de ventajas más que todos sabemos, pueden luchar de tú a tú contra el ejército antes descrito.
O sea, harán lo que les dé la gana.