El informe Global State of Tobacco Harm Reduction 2024 ofrece una hoja de ruta para la lucha contra el tabaquismo que se basa en datos y considera los derechos humanos. Con un análisis profundo del impacto de los productos de nicotina más seguros, revela avances significativos y obstáculos persistentes en la adopción de estrategias de reducción del daño. En un mundo donde fumar mata a millones cada año, este informe es un manifiesto para transformar las políticas de salud pública.
Por décadas, la narrativa global sobre el tabaquismo ha sido dominada por campañas que exigen abstinencia total y prohíben cualquier producto relacionado con la nicotina. Este enfoque, aunque bienintencionado, ha fallado en muchos aspectos, dejando tras de sí un rastro de millones de vidas truncadas y desigualdades perpetuadas. Ahora, el Global State of Tobacco Harm Reduction (GSTHR) 2024 propone una visión disruptiva: la reducción del daño como estrategia central para enfrentar una de las mayores crisis de salud pública del siglo.
La reducción del daño no es una idea nueva. Su éxito en la lucha contra el VIH, al promover el uso de preservativos y programas de intercambio de jeringuillas, demostró que salvar vidas no siempre requiere eliminar riesgos por completo. Este enfoque, aplicado al tabaco, busca reemplazar los productos combustibles por alternativas menos nocivas, como los vapeadores, el tabaco calentado y los sobres de nicotina. Es una estrategia pragmática que pone la salud de las personas por encima de la moralización del consumo de nicotina.
El informe desmantela mitos profundamente arraigados. La nicotina, estigmatizada durante décadas como el villano detrás de las enfermedades relacionadas con el tabaquismo, no es la causa principal de estos males. La verdadera amenaza son las toxinas liberadas por la combustión del tabaco. Reconocer esta realidad no es solo un avance científico, sino un imperativo ético: quienes no pueden o no quieren dejar de fumar merecen acceso a opciones más seguras.
Suecia y China: extremos frente a un mismo desafío
El panorama global ofrece contrastes dramáticos. Suecia, con su uso generalizado del snus, se erige como un ejemplo de éxito. Este producto de tabaco no combustible ha reducido la prevalencia de tabaquismo a niveles sin precedentes en Europa, logrando tasas significativamente bajas de enfermedades relacionadas. Es el único país de la Unión Europea que ha alcanzado el estatus de «libre de humo», con menos del 5% de su población adulta fumando.
Mientras tanto, China, el mayor productor de dispositivos de vapeo en el mundo, vive una paradoja. A pesar de su capacidad de producción masiva, el mercado interno chino para productos de nicotina más seguros es prácticamente inexistente. En cambio, el tabaco combustible sigue dominando, sostenido por barreras culturales, económicas y políticas que frenan el cambio.
Estos ejemplos reflejan dos caras de una misma moneda: mientras países como Suecia demuestran que la transformación es posible, otras naciones quedan atrapadas en sistemas que perpetúan el daño. La transición a alternativas más seguras no es solo una cuestión tecnológica o de mercado, sino de voluntad política y social.
Un derecho fundamental ignorado
Las cifras del GSTHR son inapelables. Desde 2015, las ventas ajustadas por inflación de cigarrillos han disminuido un 8,9%, mientras que las de productos de nicotina más seguros se han multiplicado por seis. En 2024, 144 millones de personas en todo el mundo utilizan estas alternativas, un reflejo de un cambio cultural y de mercado.
Sin embargo, la adopción masiva de estas alternativas enfrenta obstáculos. Políticas restrictivas y narrativas basadas en el miedo, especialmente hacia el vapeo entre jóvenes, han eclipsado los beneficios potenciales para adultos fumadores. Esta desinformación no solo perpetúa el consumo de cigarrillos, sino que refuerza las desigualdades en el acceso a herramientas de reducción del daño.
El informe subraya una verdad incómoda: la lucha contra el tabaquismo no puede limitarse a prohibir productos o promover la abstinencia. Se trata de un asunto de justicia social. En un mundo donde las poblaciones más vulnerables —quienes enfrentan pobreza, marginación o acceso limitado a servicios de salud— son las más afectadas por el tabaco. Negarles acceso a productos más seguros perpetúa sufrimientos innecesarios.
El GSTHR 2024 argumenta que la reducción del daño es un derecho humano. Ignorar esta estrategia no solo condena a millones a enfermedades prevenibles, sino que refuerza las desigualdades globales. Es un llamado a los gobiernos a adoptar políticas basadas en evidencia científica, priorizando el bienestar de las personas sobre los intereses políticos o económicos.
La necesidad de una narrativa equilibrada
El informe no critica la falta de acceso a productos de nicotina más seguros, así como el impacto negativo de las narrativas públicas y políticas. El miedo al vapeo, magnificado por una cobertura mediática desproporcionada, ha distorsionado el debate, minimizando su potencial como herramienta para la salud pública. Cambiar esta narrativa es esencial. Las políticas deben basarse en la ciencia, no en el alarmismo. Es hora de que el discurso público reconozca que ofrecer alternativas más seguras no es un retroceso en la lucha contra el tabaquismo, sino un avance hacia soluciones efectivas.
El Global State of Tobacco Harm Reduction 2024 no es solo un análisis, es un manifiesto que reivindica el potencial que tiene la reducción de daños para salvar millones de vidas. Sin embargo, su éxito depende de decisiones políticas valientes y una comprensión pública más amplia.
Estamos en un punto de inflexión. El camino hacia un futuro sin humo está claramente trazado en las páginas de este informe. Lo que falta es la voluntad de recorrerlo. El tiempo para actuar no es mañana, es ahora.
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