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Del estigma al enigma: el potencial terapéutico de la nicotina contra el COVID

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Desde el inicio de la pandemia, científicos de todo el mundo han emprendido una urgente búsqueda para comprender el COVID-19. Entre los descubrimientos más sorprendentes figura el posible rol protector de la nicotina, una sustancia siempre criticada por sus efectos nocivos para la salud que ahora emerge como una posible estrategia contra el síndrome posCOVID persistente. Desde la inesperada paradoja del fumador hasta el prometedor potencial terapéutico de la nicotina, en este artículo exploramos los retos, hallazgos y esperanzas que sitúan a la nicotina como un potencial aliado para enfrentar el COVID largo.

Desde el inicio de la crisis sanitaria provocada por la pandemia del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2), hemos difundido una serie de artículos que exploran las evidencias acerca del potencial terapéutico de la nicotina, que ha sido objeto de examen por su probable papel en la prevención y tratamiento del COVID-19.

En 2021, un estudio realizado en Lyon, Francia, observó una proporción más alta de pacientes con COVID-19 que eran fumadores entre los tratados ambulatoriamente en comparación con los pacientes no fumadores que requirieron hospitalización. El estudio bajo el liderazgo de Mitra Saadatian‐Elahi, titulado «Tabaquismo y gravedad de la COVID-19: Experiencia de un estudio de cohortes prospectivo hospitalario en Lyon, Francia«, se centró en evaluar cómo el consumo de tabaco afectaba la severidad de la enfermedad por COVID-19, diferenciando entre los fumadores actuales, los exfumadores y aquellos que nunca habían fumado, sirviendo estos últimos como grupo de control.

Los hallazgos del equipo de epidemiólogos revelaron que los individuos que habían dejado de fumar enfrentaban un riesgo elevado de necesitar cuidados intensivos o de fallecimiento en comparación con los fumadores activos. Es decir, sorprendentemente, los que continuaban fumando parecían tener un menor riesgo de enfrentar desenlaces graves. No obstante, se identificaron otros factores de riesgo como la edad avanzada y las afecciones cardiovasculares y renales que podrían explicar los peores resultados observados en los exfumadores de mayor edad, mayores de 65 años.

La hipótesis propuesta por Mitra y su equipo sugería un potencial efecto protector de la nicotina al interferir con la enzima convertidora de angiotensina II. La enzima (ECA 2), el principal receptor del SARS-CoV-2 en el cuerpo humano (el virus SARS-CoV-2 se introduce en las células pulmonares acoplándose a la ECA2), es una proteína importante en nuestro cuerpo que ayuda a regular la presión arterial. La ECA 2 ajusta ese flujo: puede hacer que las arterias se estrechen, aumentando la presión. Esta enzima juega un papel clave en un sistema más grande que mantiene equilibrada la presión arterial y asegura que todos los órganos reciban el oxígeno y los nutrientes que necesitan para funcionar correctamente.

La cesación del tabaquismo y, por ende, la reducción en la exposición a la nicotina dejaría más receptores ECA 2 disponibles para el virus, lo que podría explicar la mayor gravedad y las tasas de mortalidad e ingreso a cuidados intensivos observadas en el estudio. 

«Este análisis sugiere una relación compleja entre el tabaquismo y la severidad del COVID-19 en pacientes hospitalizados. El haber sido fumador se asoció con un aumento en el riesgo de desarrollar una forma grave de COVID-19, mientras que el tabaquismo actual mostró una tendencia, aunque no significativa, a ejercer un efecto protector contra la enfermedad severa», explicaron los autores del estudio. «Solo se contaba con información sobre el momento de la cesación del tabaco para una parte de los participantes. Es importante reconocer que muchos individuos dejan de fumar justo al diagnóstico de afecciones preexistentes, lo que frecuentemente coincide con el envejecimiento».

Los investigadores procedieron con precaución al considerar sus hallazgos, admitiendo que era poco probable que la inhalación de humo de cigarrillo ofreciera una protección real. Sin embargo, surgió la intrigante posibilidad de que, al aislar y eliminar la nicotina del humo del cigarrillo, se pudiera descubrir un efecto protector más creíble.

Estos primeros estudios mostraron que había menos fumadores entre aquellos que se contagiaron y necesitaron hospitalización por COVID-19, generando discusiones sobre cómo el fumar podría influir en la facilidad de contraer la enfermedad y su gravedad. Sin embargo, esta observación inicial enfrentó contradicciones con otros estudios internacionales que destacaron un aumento en la cantidad del receptor ECA 2, esencial para que el virus ingrese a las células, en fumadores y en personas con enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

La dualidad de la nicotina: entre la inflamación y la protección inmunológica

Tras un análisis detallado de 109 estudios, un grupo de científicos del Departamento de Inmunología de la Escuela de Medicina de la Universidad de Teherán concluyó que fumar incrementa la severidad de la COVID-19. Además, descubrieron que la nicotina presenta una dualidad en su impacto sobre el sistema inmune, actuando como un elemento tanto inflamatorio como antiinflamatorio.

Los hallazgos de este equipo se publicaron en junio del año anterior en la revista Asthma, Allergy and Clinical Immunology bajo el título «El efecto contradictorio del tabaco y la nicotina en la infección por SARS-CoV-2«. En este trabajo, Mostafa Ghanei y su equipo detallan cómo el virus SARS-CoV-2, responsable de la COVID-19, afecta múltiples sistemas del organismo, incluyendo los sistemas respiratorio, digestivo, nervioso, cardiovascular y urogenital.

Pero la buena noticia es que, según estos investigadores, la ambivalencia en los efectos de la nicotina sugiere un potencial para nuevas estrategias terapéuticas. La influencia de la nicotina en el organismo puede variar significativamente según su dosificación y modo de consumo. Aunque puede ser perjudicial para condiciones como la diabetes, también se puede aprovechar su utilidad en el manejo de otras enfermedades, tales como la esclerosis múltiple. 

De manera interesante, la nicotina podría influir de forma dual en la progresión del COVID-19, principalmente debido a que la mayor expresión del receptor ECA 2 en fumadores facilitaría la entrada del virus en el cuerpo. Sin embargo, la presencia del receptor ECA 2 no conlleva automáticamente un mayor riesgo de infección por SARS-CoV-2. 

Los investigadores iraníes subrayan la importancia de estudiar en profundidad la respuesta inmunológica que provoca la infección viral, lo que resalta la urgencia de investigaciones adicionales para comprender a fondo estos procesos. Los científicos enfatizan la necesidad de investigar meticulosamente cómo diferentes niveles de nicotina pueden impactar a individuos afectados por COVID-19, considerando el estado inmunológico de los pacientes, así como cualquier otro riesgo o condición preexistente.

El propósito de estos estudios es identificar una dosis de nicotina que pueda resultar beneficiosa, o al menos no perjudicial, para los pacientes, minimizando efectos adversos significativos. Es crucial distinguir entre los efectos específicos del consumo de nicotina y los asociados al hábito de fumar en sí mismo para evitar conclusiones erróneas o confusas. 

Los investigadores también sugieren que el estudio sobre nicotina y COVID-19 debería examinar cómo esta interactúa con el sistema renina-angiotensina, que regula la presión arterial y el equilibrio de fluidos, y con el sistema colinérgico, relacionado con la transmisión de impulsos nerviosos, proporcionando una comprensión más completa de cómo la nicotina podría influir en la evolución y tratamiento de la enfermedad.

Nicotina: una esperanza para pacientes con el síndrome de COVID persistente

El Dr. Marco Leitzke del Departamento de Anestesiología de las Clínicas Helios en Leisnig, Alemania, ha dirigido su investigación hacia el síndrome posCOVID. Leitzke plantea la hipótesis de que la nicotina, cuando se administra de forma pura y no a través del humo del tabaco, podría prevenir que el COVID-19 se una al receptor ECA 2. Esta acción tendría el potencial de aliviar los síntomas asociados con el COVID largo, ofreciendo una nueva vía para tratar las complicaciones persistentes de la enfermedad.

En su investigación, el Dr. Leitzke investigó los beneficios de los parches de nicotina en pacientes que padecían síntomas persistentes de COVID-19 tras su recuperación. Los participantes, todos no fumadores, experimentaron mejoras notables en síntomas como fatiga, dificultades respiratorias y pérdida de los sentidos del gusto y olfato poco después de comenzar con la nicotina. La fatiga, en particular, mejoró rápidamente, usualmente dentro de los seis días siguientes a la aplicación del parche, mientras que la recuperación del gusto y el olfato se dio entre los trece y dieciséis días.

El estudio también reportó una pronta mejora en la sensación de opresión en el pecho y las palpitaciones, típicamente al día siguiente de iniciar el tratamiento. Sin embargo, se registró un caso en el que la opresión en el pecho se resolvió completamente después de veintidós días. La investigación subraya la necesidad de adaptar la dosificación de nicotina y la frecuencia de su aplicación teniendo en cuenta las diferencias individuales en el número de receptores de acetilcolina que el virus podría estar afectando en cada persona.

Un caso particular destacó los peligros de una sobredosis accidental de nicotina, resultando en síntomas adversos como náuseas intensas, sudoración excesiva y vómitos recurrentes. A pesar de ello, tanto estos síntomas como los asociados al COVID-19 se atenuaron tras interrumpir el tratamiento excesivo.

De acuerdo con Leitzke, la metodología de administración de nicotina a través de la piel empleada en el estudio asegura una liberación constante de esta sustancia en el torrente sanguíneo sin provocar altibajos marcados, lo cual es fundamental para prevenir la dependencia. 

La investigación también adelanta la hipótesis de que el COVID prolongado podría ser resultado de una alteración en la transmisión de señales a través del sistema colinérgico, agravada por la afinidad que muestra el SARS-CoV-2 por los receptores de acetilcolina (AChR), y plantea que el tratamiento con nicotina podría mitigar los síntomas al impedir que el virus se una a estos receptores, ofreciendo así una nueva perspectiva en el manejo de los efectos prolongados del COVID-19.

A pesar de los resultados alentadores, el Dr. Leitzke hace un llamado a proceder con cautela, particularmente en aquellos pacientes que padecen de enfermedades cardiovasculares o respiratorias graves, enfatizando la necesidad de realizar estudios más amplios y controlados para validar la efectividad de la nicotina administrada de manera transcutánea en el tratamiento del síndrome posCOVID. 

El Dr. Leitzke plantea que el síndrome posCOVID-19, que afecta a algunos individuos tras recuperarse de la enfermedad, podría estar vinculado a un desequilibrio en el sistema nervioso relacionado con los receptores nicotínicos de acetilcolina. Esto se debe a que el SARS-CoV-2 podría bloquear estos receptores, alterando la transmisión de señales nerviosas esenciales para numerosas funciones del cuerpo.

En su investigación, el Dr. Leitzke descubrió que el uso de parches de nicotina transcutáneos proporcionaba una mejora casi instantánea en los síntomas del síndrome posCOVID-19. La recuperación, tanto rápida como completa, reflejaba la diversidad de síntomas asociados con el síndrome. Este tratamiento destaca por su simplicidad y la facilidad con la que se pueden manejar los efectos secundarios menores.

Ante estos hallazgos prometedores, el Dr. Leitzke aboga por la realización de estudios más rigurosos, incluyendo ensayos aleatorizados y doble ciego, para explorar a fondo esta alternativa terapéutica. Desde su perspectiva, el tratamiento con parches de nicotina para el síndrome posCOVID-19 parece ser significativamente más eficaz y práctico que las actuales estrategias de rehabilitación, que suelen ser costosas, complicadas y frecuentemente insatisfactorias o decepcionantes para los pacientes.

El COVID largo y el experimento de CC

Según una estimación publicada en The Lancet, aproximadamente 65 millones de personas en todo el mundo viven con COVID largo. Los síntomas de esta condición son variados e incluyen fatiga extrema, dificultad para respirar, dolor en el pecho, vértigo, depresión o ansiedad, dolor estomacal, entre otros. 

La ausencia de una definición clara, de criterios diagnósticos específicos y, sobre todo, la falta de un tratamiento curativo para el síndrome del COVID largo sumada a la escasez de opciones terapéuticas disponibles han llevado a las personas afectadas a buscar entender y manejar esta condición con estudios y tratamientos alternativos, donde se destaca The Nicotine Test, un proyecto independiente llevado a cabo por Renegade Research y los propios pacientes que comparten sus experiencias en la red social X, anteriormente conocido como Twitter. 

CC, una joven alemana de 26 años, decide compartir en su perfil de la red social X su experiencia personal al enfrentarse a los desafíos del síndrome posCOVID-19, que la han obligado a luchar contra síntomas persistentes como niebla mental y mareos. 

Animada por el método sugerido por el estudio del Dr. Leitzke, CC se embarca en una aventura de experimentación utilizando parches de nicotina con la esperanza de encontrar alivio. Al inicio de su experimento, opta por un enfoque cauteloso, aplicando inicialmente solo la mitad de un parche de 7mg de la marca Nikofrenon, creyendo que esta marca tiene efectos secundarios menos severos. Los primeros efectos que nota son una sensación de aturdimiento y fatiga, aunque no experimenta efectos adversos graves y se siente optimista sobre el potencial del tratamiento para mejorar sus síntomas posCOVID.

A medida que avanza el experimento, CC enfrenta noches de sueño perturbado con sueños vívidos, pero también nota una mejora en su energía física, aunque se cuestiona si podría ser solo su percepción. La niebla mental persiste, pero ella continúa sin notar otros efectos secundarios significativos de la nicotina.

En el tercer día, se siente lo suficientemente confiada como para aplicar un parche completo, experimentando nerviosismo pero también una ligera mejora en la niebla mental. Su progreso alcanza un punto culminante en el cuarto día, cuando se siente casi milagrosamente recuperada. Sin embargo, el quinto y sexto día traen consigo un recordatorio de la necesidad de moderación: CC se siente físicamente agotada, posiblemente por haber hecho demasiado el día anterior en un estado de euforia. Aunque la niebla mental se disipa, regresa temporalmente, sugiriendo que quizás exageró en sus actividades o que el efecto inicial de euforia ha disminuido.

La experiencia toma un giro el séptimo día, cuando los síntomas de CC empeoran mientras reflexiona sobre si otros con síndrome posCOVID han tenido experiencias similares tras un alivio inicial con los parches de nicotina. Los días subsiguientes son un vaivén de mejoras y retrocesos en sus síntomas, con CC intentando ajustar su dosis y actividades para encontrar un equilibrio que le permita sentirse mejor.

CC concluye su relato en X subrayando que, aunque su «milagro» solo duró un par de días debido a una estimación excesiva de su resistencia, el intento fue más valioso que permanecer inactiva. Ella enfatiza la importancia de realizar estos experimentos de manera informada, alentando a otros a consultar a un médico y a no tomar decisiones basadas únicamente en anécdotas o contenidos de redes sociales. 

Aunque válido, su experimento refleja una mezcla de esperanza, cautela y la búsqueda constante de soluciones en un paisaje aún desconocido del síndrome posCOVID, recordando a todos la importancia de escuchar a sus cuerpos y seguir recomendaciones profesionales, basadas en la ciencia.

La idea de que la nicotina podría ser una solución para el síndrome de COVID largo se basa en investigaciones que sugieren posibles efectos beneficiosos de la nicotina en el sistema inmunológico y en la respuesta inflamatoria del cuerpo. 

Algunos estudios, como el trabajo del Dr. Marco Leitzke que explora el uso de parches de nicotina en pacientes con síntomas persistentes de COVID-19, han reportado mejorías en los síntomas como fatiga, problemas respiratorios y pérdida del gusto y olfato. La hipótesis es que la nicotina podría interactuar con los receptores de acetilcolina nicotínicos, que el virus SARS-CoV-2 podría estar afectando, alterando la transmisión de señales nerviosas.

Aún se necesitan estudios más amplios, controlados y aleatorizados para confirmar la eficacia y seguridad de la nicotina como tratamiento para el COVID largo. Además, hay que tener en cuenta los posibles efectos secundarios y riesgos asociados con el uso de nicotina, especialmente en poblaciones vulnerables o en individuos con condiciones preexistentes, como enfermedades cardiovasculares o respiratorias.

Aunque la nicotina presenta un interesante potencial terapéutico para el síndrome de COVID largo, es fundamental proceder con cautela y esperar a que la evidencia científica respalde su uso seguro y efectivo en este contexto.


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