Cada 30 de mayo, el Día Mundial del Vapeo irrumpe como un acto de insubordinación sanitaria: una propuesta incómoda para algunos, pero impostergable. Frente a políticas que insisten en el todo o nada, esta jornada global reivindica las alternativas —las que salvan, las que acompañan, las que escuchan—. Con el respaldo de la ciencia, el arte y la ciudadanía organizada, el movimiento por la reducción de daños desafía el silencio institucional y defiende un principio esencial, a menudo negado: el derecho a elegir cómo cuidarse.
Este año, el Día Mundial del Vapeo celebra veinte años de innovación tecnológica y una década de conciencia pública. Millones de personas conmemoran esta jornada con una demanda que resuena en distintos idiomas y geografías: las estrategias de control del tabaco deben abrirse al diálogo, a la evidencia científica y a nuevas formas de acompañar —no castigar— a quienes quieren dejar de fumar.
Cada 30 de mayo, en la víspera del Día Mundial Sin Tabaco proclamado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), una coalición cada vez más amplia —compuesta por activistas, científicos, profesionales de la salud, consumidores y organizaciones civiles— se articula en torno a una causa común: conmemorar el Día Mundial del Vapeo.
Nacida hace una década como una iniciativa ciudadana en España, esta jornada ha evolucionado hasta convertirse en un contrapeso internacional al discurso institucional, que suele centrarse exclusivamente en la abstinencia como única vía posible. Frente a esa visión única, los defensores de la reducción de daños alzan la voz desde distintos rincones del planeta para afirmar, con urgencia y convicción, que otra estrategia es posible: reducir el daño no solo es viable, sino necesario.
Lejos de ser una efeméride marginal, el Día Mundial del Vapeo se ha consolidado como una plataforma clave para reivindicar un enfoque más pragmático, informado y basado en evidencia en la lucha contra el tabaquismo, una epidemia responsable de más de ocho millones de muertes al año. En ese clamor global, se repite una idea con insistencia casi coral: reducir el daño es un imperativo ético y de salud pública.
Una fecha con sentido estratégico
Situado con precisión en la antesala del Día Mundial Sin Tabaco —una jornada consagrada a las campañas globales contra el tabaquismo—, el Día Mundial del Vapeo emerge como un acto de resistencia simbólica y práctica. No se trata solo de contraponerse a la narrativa dominante, sino de interpelarla: cuestionar el enfoque verticalista que, bajo una aparente neutralidad sanitaria, niega el acceso a herramientas eficaces para quienes desean dejar de fumar.
“Se trata del derecho a acceder a herramientas que funcionan”, afirma Francisco Ordóñez, defensor de la reducción de daños en Bogotá y presidente de la Asociación de Vapeadores de Colombia. “No estamos promoviendo la nicotina, sino opciones que no maten”.
Cada vez hay más pruebas científicas que respaldan opciones como los dispositivos de vapeo. Hace diez años, Public Health England estimó que el vapeo es al menos un 95% menos nocivo que fumar cigarrillos convencionales. La ciencia es precisa: el vapeo es significativamente menos peligroso y ofrece un salvavidas a millones de personas: “Mi lectura de las pruebas es que los fumadores que se pasan al vapeo eliminan casi todos los riesgos que el tabaco supone para su salud”, afirma el profesor Peter Hajek, director de la Unidad de Investigación sobre Salud y Estilo de Vida de la Universidad Queen Mary de Londres. Del mismo modo, el Ministerio de Sanidad de Nueva Zelanda ha declarado abiertamente que “vapear es mucho menos perjudicial que fumar” y que “puede ayudar a algunas personas a dejar de fumar”.
El auge del vapeo: cifras globales
El número de personas que han abandonado el tabaco en favor del vapeo ha crecido de forma vertiginosa durante la última década, configurando un cambio de paradigma en los patrones de consumo de nicotina.
En 2011, apenas se contabilizaban siete millones de usuarios; para 2018, la cifra ascendía a 41 millones, y en 2020 ya se estimaban 68 millones de vapeadores en todo el mundo. Según un estudio de Tomasz Jerzyński y Gerry Stimson, publicado en Drugs, Habits and Social Policy, en 2021 el número había alcanzado los 82 millones de usuarios activos.
Más allá del crecimiento cuantitativo, la distribución geográfica de este fenómeno revela su carácter verdaderamente global. Con base en cifras recogidas cuatro años atrás, se observa la siguiente dispersión regional:
- Europa: 20,1 millones de usuarios
- América: 16,8 millones
- Pacífico Occidental: 16 millones
- Sudeste Asiático: 14,3 millones
- Mediterráneo Oriental: 9,2 millones
- África: 5,6 millones
Estas cifras ilustran la escala del cambio, así como su transversalidad cultural y económica. El vapeo ha dejado de ser una práctica marginal o localizada, hoy es una realidad extendida que plantea preguntas urgentes sobre regulación, salud pública, derechos individuales y justicia social.
Un festival para contar lo que otros callan
Este año, la conmemoración del Día Mundial del Vapeo abre un nuevo frente: el cultural. Nace el Festival de Cine THR, una muestra internacional de cortometrajes y documentales dedicados a la Reducción de Daños por Tabaco.
Ideado por João Pedro Teixeira, becario del Tobacco Harm Reduction Scholarship Program de Knowledge Action Change, experto en lenguaje audiovisual y figura clave detrás del prestigioso FANTASPOA, el Festival de Cine Fantástico de Porto Alegre, el certamen se propone como una plataforma para informar, emocionar e inspirar a través del cine.
Disponible de forma gratuita en YouTube hasta el 1 de julio, la selección exhibe obras que dan voz a realidades silenciadas, experiencias marginalizadas y narrativas que muchas veces quedan fuera de los discursos oficiales.
Algunos títulos destacados:
- 906 Vapor – Dir. Marilena Marchetti (EE.UU., 2024)
- Clearing the Smoke – Dir. Emmanuel Mwape (Zambia, 2025)
- Igual de bueno – Dir. Gape Ndlovu & Metlha Ngubevana (Botsuana, 2025)
- Vapor Madness – Dir. Emil Todorov (Bulgaria, 2024)
- Tsanzo – Dir. Beatus Ble Msamange (Malawi, 2022)
Proyección presencial especial en Curitiba (Brasil)
El 31 de mayo de 2025, a las 18:30, se celebrará una función presencial con apoyo de THR Brasil y Direta en Shinobis (Calle Dr. Faivre, 507 – Centro, Curitiba).
Este festival no solo celebra el cine como manifestación artística, sino que lo reivindica como herramienta de transformación social, capaz de visibilizar lo que muchos prefieren mantener en la sombra: el derecho a alternativas viables, la autonomía individual, la justicia social y la urgencia de enfoques más humanos en salud pública.
Un día de diálogo y participación
A lo largo de toda la jornada del 30 de mayo se desarrollarán actividades virtuales abiertas y gratuitas que reunirán a médicos, científicos, expertos en salud pública, influencers digitales y usuarios en ponencias, mesas redondas y debates. La propuesta no es solo informativa: es una apuesta por la construcción de espacios verdaderamente democráticos de diálogo, algo que las estrategias oficiales rara vez fomentan.
La conmemoración también se extiende al espacio digital. En redes sociales, la campaña invita a compartir mensajes de empoderamiento individual y colectivo a través de los hashtags oficiales:
- #20AñosSinHumo
- #MiSaludMiElección
- #ReducciónDeDañosYa
- #DíaMundialDelVape
Para fomentar la participación activa, ARDT ha puesto a disposición materiales descargables (en español) en diversas plataformas:
- Facebook: banners y testimonios
- Instagram: historias, reels y carruseles
- X (Twitter): citas, datos e imágenes
Todo el contenido está disponible en el sitio oficial.
El derecho a elegir cómo cuidarse
El Día Mundial del Vapeo no es una celebración más en el calendario sanitario. Es una fecha que incomoda, interroga y, sobre todo, propone. Propone mirar de frente una crisis de salud pública sin repetir las fórmulas que han fracasado. Propone escuchar a quienes han encontrado en el vapeo una vía de salida y no una condena. Propone, en definitiva, una salud pública que no imponga desde arriba, sino que construya desde la experiencia, el conocimiento y el respeto a la autonomía.
En un mundo donde la autoridad científica se ve constantemente disputada, a veces negada, a veces instrumentalizada, la reducción de daños emerge como un principio ético antes que técnico: escuchar, acompañar, comprender los contextos en lugar de sancionarlos. No se trata de glorificar el vapeo, sino de reconocer que, frente al silencio institucional, millones de personas han decidido buscar alternativas. Y que muchas de ellas han encontrado en esa decisión un segundo aliento.
El cine, los datos, las voces, las redes… todo converge en una misma demanda: el derecho a elegir cómo cuidarse. Un derecho que no debería ser revolucionario, pero que en demasiados países aún lo es.
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