Gracias a los productos de nicotina oral, Suecia está a punto de convertirse en el primer país del mundo que se define como «libre de humo». Así, muestra el camino para lograr una batalla exitosa contra los cigarrillos.
En 2015, cuando la tasa de tabaquismo en Suecia llegaba a 12 % y la tasa media mundial rondaba los 25,2 %, Robert Beaglehole, Ruth Bonita, Derek Yach, Judith Mackay y Srinath Reddy hicieron una declaración en la revista médica The Lancet: «Un mundo libre de tabaco para 2040, donde menos del 5 % de la población adulta del mundo use tabaco, es socialmente deseable, técnicamente factible y podría volverse políticamente práctico».
La definición de una sociedad libre de tabaco significaba para los autores llegar a una tasa de tabaquismo inferior al 5 %. El reto, que en aquel entonces para muchos podría parecer utópico, ahora es parte de la realidad. Esto es así por lo menos en Suecia, mucho antes de 2040, porque este país ha logrado bajar la tasa de tabaquismo del 15 % al 5,6 % en los últimos 15 años (en la década de 1980, esta llegaba al 35 %). Mientras tanto, la media mundial todavía ronda el 23 %.
Observar, comprender y buscar maneras de emular la experiencia sueca podría evitar muchas muertes prematuras relacionadas con el tabaquismo. Sin embargo, mientras que algunos países como Suecia y Nueva Zelanda progresan, otros retroceden. Enfermedades relacionadas con el tabaquismo matan cerca de un millón de personas por año en América. Más del 80 % de los 1.300 millones de consumidores de tabaco actuales viven en países de ingresos bajos y medios, donde los productos que ayudaron a disminuir las tasas Suecas no se encuentran, no están permitidos o están severamente restringidos.
La estrategia sueca
La clave del logro sueco es muy sencilla: el uso generalizado de productos de tabaco sin humo. La adhesión de los fumadores a esas alternativas de consumo de nicotina y la adopción de estrategias de reducción de daños coexistieron con otras políticas de control del tabaco.
Como muchos países alrededor del mundo, Suecia ha seguido el manual habitual de combate al tabaquismo y ha aplicado una serie de políticas de control del tabaco, algunas de ellas muy controversiales, como el aumento de los impuestos, las restricciones y las campañas de salud pública para concientizas sobre los riesgos del consumo de cigarrillos.
Adicional a esto, el país también ha tomado medidas para regular la venta y comercialización de cigarrillos electrónicos y otros productos alternativos. Los suecos no pueden fumar o vapear en ciertos espacios públicos, como parques infantiles, restaurantes y bares, aunque siguen existiendo algunas zonas para fumadores al aire libre. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de países, el gobierno no ha buscado restringir el acceso a productos alternativos de menor riesgo para el consumo de nicotina.
Aunque la administración pública sueca no haya realizado campañas de persuasión para que los consumidores de los mortales cigarrillos cambien a productos de reducción de daños, algunos incentivos fiscales ayudaron indirectamente a que los fumadores pudiesen elegir las formas menos dañinas de consumo de nicotina. Y las consecuencias no podrían ser más esperanzadoras: el país presenta las tasas de mortalidad masculina por cáncer atribuible al tabaco más baja de Europa. Esto incluye el cáncer de pulmón, cuya tasa de incidencia por cada 100.000 personas no sobrepasa el 7%, y los números más bajos de enfermedades cardiovasculares relacionadas con el tabaquismo de la región, datos que seguramente se relacionan con el alto consumo de tabaco sin combustión en el país.
El poder de la reducción de daños
Suecia tiene una historia muy singular en cuanto al consumo de nicotina, especialmente en lo que se refiere a los productos de tabaco oral. El snus, originario de este país, se ha consumido durante siglos, con su uso generalizado en el siglo XIX. A principios del siglo siguiente, cuando comenzaron los movimientos de prohibición en muchos países, el uso del snus continuó en Suecia, se sumaron las bolsas de nicotina, y ambos se convirtieron en una importante tradición cultural y acabó siendo reconocido como sustituto de los cigarrillos y una alternativa mucho más segura al tabaco.
Suecia ha sido pionera en el uso de la nicotina sin humo como un elemento primordial para favorecer que las personas dejen de fumar. En los años setenta, el médico sueco Ove Fernö, considerado el padre de las terapias de reposición de nicotina, desarrolló un chicle de nicotina para ayudar a sus pacientes a dejar los cigarrillos. Este producto acabó convirtiéndose en Nicorette, que ahora se vende en todo el mundo.
Según datos disponibles de la Agencia Sueca de Salud Pública, las tasas de tabaquismo han disminuido de forma constante en las últimas décadas, mientras que el consumo de productos alternativos de nicotina ha seguido en aumento. Según una encuesta realizada en 2020, la prevalencia general del tabaquismo entre los adultos (de 16 a 84 años) en Suecia ya era una de las tasas más bajas de Europa con cerca del 7 %. Entre los hombres, la prevalencia del tabaquismo era del 8 %, mientras que entre las mujeres era del 6 %. En contraste, alrededor del 19 % de los adultos suecos declararon consumir productos de nicotina oral a diario, con tasas de consumo más elevadas entre los hombres (29 %) que entre las mujeres (8 %), y alrededor del 5 % confirmaron usar cigarrillos electrónicos diariamente.
Lecciones por aprender
En sintonía con el refrán de que lo perfecto es enemigo de lo bueno, la comparación de Suecia con el resto del mundo muestra cómo perseguir el ideal de una salud perfecta lleva a la falsa sensación de estar actuando y mantiene una fantasía que perjudica a las personas de carne y hueso.
Muchos gobiernos y entidades siguen un modelo de pensamiento que va por un camino muy distinto del ejemplo sueco. Por nombrar solo un par, están:
- La Unión Europea, que ha iniciado la revisión de su Directiva de Productos del Tabaco y, según documentos filtrados a finales de 2022, contempla la introducción de un impuesto europeo sobre los productos alternativos y menos riesgosos, como dispositivos de vapeo y productos de tabaco calentado en la revisión de la Directiva de Impuestos sobre el Tabaco;
- La Organización Mundial de la Salud y la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco, que siguen manteniendo una postura de ataque frente a los productos que han logrado que Suecia sea el primer país en llegar a un antes mítico 5 % de prevalencia del tabaquismo, con consecuencias muy importantes para la salud pública.
Después de casi dos décadas de experiencia y evidencia científica sobre los productos no combustibles de consumo de nicotina, un crecimiento exponencial de consumidores y la maduración de los mercados, no parece razonable que autoridades políticas, científicas o sanitarias todavía se nieguen a aceptar medidas de reducción de daños distintas del abandono total del consumo. Una ruta socialmente deseable, técnicamente factible y políticamente práctica para salvar miles de vidas se ha abierto. Basta con evaluar de manera equilibrada, pragmática y justa los potenciales beneficios y riesgos de los productos de reducción de daños y seguir los pasos de Suecia hacia un futuro libre de humo.
Para saber más
- https://smokefreesweden.org
- Wiberg: “La oposición de la UE al snus sueco es política”, 13 de diciembre de 2022.
- Hajat C, Stein E, Ramstrom L, Shantikumar S, Polosa R. El impacto en la salud de los productos de tabaco sin humo: una revisión sistemática. Reducción de daños J. 4 de diciembre de 2021; 18 (1): 123. doi: 10.1186 / s12954-021-00557-6. PMID: 34863207; PMCID: PMC8643012.
Este artículo es una publicación original. Si encuentra algún error, inconsistencia o tiene información que pueda complementar el texto, comuníquese utilizando el formulario de contacto o por correo electrónico a redaccion@thevapingtoday.com.