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El rigor científico en la evaluación de riesgos de los cigarrillos electrónicos

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Al evaluar el impacto de los cigarrillos electrónicos en la salud pública, es indispensable considerar la interacción compleja entre los antecedentes de tabaquismo y el uso actual de cigarrillos electrónicos.

Un reciente estudio ha causado revuelo al sugerir que el uso de cigarrillos electrónicos aumenta el riesgo de insuficiencia cardíaca en un 19 %. Sin embargo, un análisis profundo y crítico de la metodología y las conclusiones revela importantes lagunas y suposiciones que podrían desvirtuar esta percepción pública sobre los riesgos asociados con el vapeo, especialmente en comparación con los conocidos y bien documentados riesgos del tabaquismo tradicional.

Primero, consideremos el perfil de los usuarios de cigarrillos electrónicos. 

Según datos de la Encuesta Nacional de Salud (NHIS) de Estados Unidos de 2021, entre los usuarios adultos de cigarrillos electrónicos un 29,4 % eran fumadores actuales y un 40,3 % eran exfumadores, lo que sugiere que un notable 69,7 % de la población estudiada tenía antecedentes de tabaquismo. Este dato es crucial porque establece un precedente importante sobre la predisposición al riesgo cardíaco que ya existe en una gran proporción de los usuarios de cigarrillos electrónicos debido a su historial de tabaquismo.

Además, un estudio de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins ha demostrado que fumar cigarrillos duplica el riesgo de desarrollar insuficiencia cardíaca en comparación con los no fumadores. Este hallazgo es significativo porque subraya el riesgo asociado con el tabaquismo, independientemente de la introducción de los cigarrillos electrónicos en el comportamiento de consumo de una persona.

¿Variables olvidadas?

Al considerar que el 70 % de los usuarios de cigarrillos electrónicos tienen antecedentes de tabaquismo y tomando en cuenta el impacto conocido del tabaquismo en el riesgo de insuficiencia cardíaca, se esperaría que el riesgo de insuficiencia cardíaca atribuible solo a los antecedentes de tabaquismo en esta población fuera significativamente mayor que el 19 % reportado. Un cálculo basado en estos datos sugiere que el incremento promedio del riesgo entre usuarios de cigarrillos electrónicos atribuible solamente a sus antecedentes de tabaquismo sería del 70 %. 

Este contraste entre el riesgo atribuido al vapeo y el riesgo conocido por el tabaquismo sugiere que atribuir un aumento del 19 % en el riesgo de insuficiencia cardíaca únicamente al uso de cigarrillos electrónicos no solo es simplista, sino potencialmente engañoso. Entre otras cosas, ignora el contexto más amplio de comportamiento de riesgo preexistente (el tabaquismo) que posee una gran parte de la población de usuarios de cigarrillos electrónicos.

La implicación de estos datos es clara: la metodología y las conclusiones del estudio en cuestión merecen un escrutinio riguroso. Al no diferenciar adecuadamente entre los riesgos inherentes al tabaquismo previo y el posible impacto adicional del vapeo, el estudio podría estar presentando una imagen distorsionada del verdadero perfil de riesgo asociado con los cigarrillos electrónicos.

Ciencia rigurosa para una mejor salud pública

En resumen, al evaluar el impacto de los cigarrillos electrónicos en la salud pública, es indispensable considerar la interacción compleja entre los antecedentes de tabaquismo y el uso actual de cigarrillos electrónicos. Una interpretación más cuidadosa de los datos podría proporcionar una visión más equilibrada y menos alarmista sobre los riesgos del vapeo, particularmente en el contexto de una estrategia de reducción de daños para los fumadores actuales.

La ciencia, en su mejor expresión, exige un análisis crítico y una consideración detallada de todos los factores en juego. Solo a través de un debate informado y riguroso podemos esperar llegar a conclusiones precisas que sirvan mejor a la salud pública.


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Ignacio Leiva
Ignacio Leivahttps://vapearnoesfumar.cl/
Ignacio Leiva, presidente de ASOVAPE Chile, coordinador de "Vapear no es Fumar" y miembro fundador de ARDT IBEROAMÉRICA, ha marcado una diferencia significativa en la percepción y política sobre el vapeo como alternativa al tabaco tradicional en su país. Con más de una década en activismo por la reducción de daños del tabaquismo, sus actividades miran un impacto global: aunque actualmente vive en Varsovia, Polonia, sigue comprometido con su causa desde Chile.

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