Recientemente un grupo de científicos expertos en tabaco pidieron una aproximación más sensata al vapeo por parte de activistas y políticos. ¿Cuáles son los argumentos?
En un llamado de atención a los activistas, políticos y funcionarios públicos que han liderado una cruzada contra el vapeo juvenil, un grupo de importantes científicos del tabaco ha urgido a las autoridades a considerar los beneficios de los cigarrillos electrónicos, así como sus riesgos.
Por medio de un escrito en el American Journal of Public Health (Revista Americana de Salud Pública), quince expresidentes de la Sociedad para la Investigación sobre Nicotina y Tabaco (SRNT por sus siglas en inglés) han dicho que, aunque la investigación no es definitiva, una cantidad creciente de evidencia indica que el vapeo ayuda a los fumadores a dejar el hábito.
Los científicos reconocen que las prohibiciones de sabores de cigarrillos electrónicos promulgadas en cinco estados y numerosas ciudades por presión de grupos como la Campaing for Tobacco-Free Kids (Campaña por Niños Libres de Tabaco) pueden reducir el vapeo juvenil, como pretenden hacerlo. Pero, al venir acompañadas por un bombardeo de desinformación acerca de los peligros del vapeo, este tipo de prohibiciones desalientan a los fumadores adultos de usar cigarrillos electrónicos para abandonar el tabaco. Así, aparece una mortal consecuencia involuntaria de la cruzada antivapeo.
¿Dónde quedan los adultos?
Uno de cada siete americanos continúa fumando, y un estimado de 480.000 muere cada año por enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
“El potencial de beneficios salvavidas de los cigarrillos electrónicos para los fumadores adultos merece una atención igual a la que reciben los riesgos para los jóvenes”, escriben los científicos. “Millones de fumadores de mediana edad y mayores están en alto riesgo de desarrollar enfermedades y morir en un futuro cercano”.
“El objetivo de la salud pública debería ser desarrollar políticas e intervenciones que, al mismo tiempo, reduzcan el vapeo juvenil y aumenten el abandono del cigarrillo entre los adultos”, escriben.
Este bien documentado artículo merece atención porque fue escrito y editado a lo largo de un período de meses por 15 científicos que han liderado la sociedad científica más destacada para el estudio del hábito de fumar en el mundo. Su opinión no es un consenso absoluto, pero reúne a una mayoría de científicos experimentados que han dedicados sus carreras a ayudar a disminuir los daños del tabaco.
Su argumento tiene que ver con justicia social tanto como con salud pública. Estos científicos rechazan el enfoque miope sobre la juventud promovido por Tobacco-Free Kids, Bloomberg Philantropies y los Padres contra el Vapeo de Cigarrillos Electrónicos, una organización que nació en los alrededores de Manhattan y Silicon Valley después de que algunos padres con buenas conexiones se alarmaran por el vapeo en las escuelas privadas a las que asistían sus hijos.
En su afán por proteger a los niños, políticos y activistas han fallado en darle la importancia apropiada a las necesidades de los fumadores adultos, dicen estos científicos.
Una cuestión de justicia social
Kenneth Warner, exdecano de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan y uno de los autores líderes del estudio, lo pone de esta manera en una entrevista publicada por dicha universidad:
“Cuando damos una mirada a quién está fumando, [vemos que] son los miembros poco privilegiados de nuestra sociedad, quienes no tienen una voz en política. El grupo de los afroamericanos, aunque no fuma más, tiene tasas más altas de enfermedades y muertes producidas por fumar que la población blanca. Hay grupos, como las poblaciones socioeconómicamente desfavorecidas, las personas con problemas de salud mental y la comunidad LGBTQ, que tienen todos tasas de tabaquismo más altas que las del promedio.
“Mi temor, francamente, es que muchos no fumadores están ignorando a los fumadores porque tal vez no les importan mucho”.
Derribando mitos
El artículo apunta a corregir una serie de malentendidos acerca del vapeo. Los riesgos para la salud de los cigarrillos electrónicos, por ejemplo, han sido exagerados por grupos antivapeo y agencias gubernamentales. Como resultado, muchos millones de americanos considera que vapear nicotina es igual o más dañino que fumar cigarrillos, según muestran algunas encuestas de opinión pública. Pero están equivocados: las Academias Nacionales de Ciencias de Estados Unidos, el Colegio Real Británico de Médicos y la gran mayoría de científicos del tabaco dicen que vapear es probablemente mucho menos dañino que fumar cigarrillos, aunque no es absolutamente seguro y sus efectos de largo plazo siguen sin conocerse.
Otro mito desafiado por el artículo: que vapear es una puerta de entrada al cigarrillo para los jóvenes. Si eso fuera cierto, el tabaquismo juvenil estaría creciendo de manera proporcional al vapeo juvenil. En lugar de eso, actualmente fuman menos niños que nunca. Si hay algún dato, es que los resultados de ensayos controlados aleatorios y estudios de población en Estados Unidos, Japón y Suecia, indican que el vapeo es una rampa de salida para los fumadores.
Por correo electrónico, Dorothy Hatsukami, una de las coautoras del artículo y profesora de la Universidad de Minnesota, declaró:
“Las decisiones de políticas sobre el vapeo no deberían estar basadas en hipérboles o sesgos hacia los aspectos negativos. Más bien, deberían basarse en una aproximación bien razonada y basada en evidencia que considere los riesgos y beneficios para distintos segmentos de la población”.
Repensar las políticas públicas
Robin Mermelstein, otro de los coautores y profesor de la Universidad de Illinois en Chicago, dijo por correo electrónico:
“Los formuladores de políticas deben considerar las consecuencias involuntarias de las políticas públicas, como las prohibiciones de sabor, que podrían alejar de los fumadores una herramienta potencialmente útil para que dejen de fumar. Si la meta es reducir el vapeo juvenil, hay aproximaciones alternativas más allá de un manto de prohibiciones de sabores”.
El artículo recomienda una serie de políticas diseñadas para disminuir el vapeo juvenil y hacer a los cigarrillos electrónicos una opción atractiva para fumadores que quieren dejar el hábito. Estas políticas incluyen:
- Aumentar fuertemente los impuestos sobre los cigarrillos combustibles (para alentar el abandono del tabaco) mientras se aumentan ligeramente los impuestos sobre los cigarrillos electrónicos (para desincentivar el uso por parte de los niños, que son más sensibles al precio);
- Limitar las ventas de cigarrillos electrónicos a tiendas solo para adultos, como las tiendas de vapeo, y
- Regular la publicidad de cigarrillos electrónicos de modo que se concentre exclusivamente en fumadores adultos que quieran dejar el cigarrillo.
Estas propuestas seguramente disgustarán a los entusiastas y libertarios del vapeo, quienes quieren que el gobierno deje solos a los vapeadores. Ahora, que sean consideradas seriamente por grupos como Tobacco-Free Kids y sus aliados políticos es algo que aún está por verse. Apenas la semana pasada, en una carta 31 procuradores generales urgieron a la FDA para que prohibiera todos los productos de vapeo con sabor para proteger a los jóvenes.
La semana pasada envié correos electrónicos a personas de relaciones públicas de Tobacco-Free Kids y Bloomberg Philanthropies para ver qué tenían que decir al respecto. Si recibo respuesta, añadiré sus comentarios más abajo.
Aclaración: Los lectores han preguntado si he buscado o aceptado dinero u otros beneficios de empresas de tabaco o cigarrillos electrónicos. No lo he hecho y no lo haré. Escribo acerca de la política del tabaco porque pienso que es importante y merece más atención. Lo invito a suscribirse a mi trabajo.
Este artículo fue traducido y adaptado al español por el equipo de Vaping Today. Publicación original: Vaping can Benefit Public Health. Si encuentra algún error, inconsistencia o tiene información que pueda complementar el texto, comuníquese utilizando el formulario de contacto o por correo electrónico a redaccion@thevapingtoday.com.