¡Prohibicionistas por los derechos humanos!

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Tobacco control ha escrito un artículo desternillante que se titula “Defensores del control del tabaco como defensores de los derechos humanos: un llamamiento al reconocimiento”, y es tan ridículo como suena.

Tobacco Control [Control del Tabaco] ha publicado un artículo desternillante escrito por un abogado de ASH (EE. UU.) y una socióloga del Grupo de Investigación de Control del Tabaco de Mike Bloomberg (Universidad de Bath). Se titula Tobacco control advocates as human rights defenders: a call for recognition [Defensores del control del tabaco como defensores de los derechos humanos: un llamamiento al reconocimiento] y es tan ridículo como suena.

La defensa del control del tabaco no está exenta de riesgos. Cada vez más, los defensores han denunciado las amenazas, el acoso y los ataques que sufren al enfrentarse a poderosos intereses corporativos.

Ese “acoso” consiste, principalmente, en que les llamen cosas como “nazis de la nicotina”, “fascistas de la salud” o “aguafiestas”. Resulta que si estigmatizas a la gente, les exprimes el bolsillo con impuestos “al pecado” y les arruinas la vida social, no te cogen precisamente cariño. ¿Quién lo habría imaginado?

Y, aun así, pese a trabajar sin descanso para amargar la existencia a los usuarios de nicotina, jamás he oído que un fumador haya agredido físicamente a un activista antitabaco en tiempos modernos. Si uno lo piensa, eso es casi milagroso.

Este comentario sostiene que los defensores del control del tabaco deberían ser reconocidos como defensores de los derechos humanos (HRDs, por sus siglas en inglés) según los marcos internacionales.

¡Jajaja!

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OHCHR) define a los defensores de los derechos humanos como individuos que, solos o en grupo, actúan de forma pacífica para promover o proteger los derechos humanos.

¿Y sabes quién no entra en esa definición?

Los abogados cazadores de ambulancias y los académicos inútiles que, con sueldos generosos, se dedican a idear maneras de quitarle a la gente su derecho a disfrutar de la vida. Hay muchos nombres para describir a personas así, pero “defensor de los derechos humanos” no es uno de ellos.

Esta definición se basa en las acciones, no en los títulos o cargos. Según este criterio, los defensores del control del tabaco —que trabajan por proteger y promover el derecho a la salud (y otros derechos) y desafían prácticas empresariales perjudiciales— encajan claramente en la categoría de defensores de derechos humanos.

Los lobistas antitabaco no promueven el derecho a la salud. En la medida en que no fumar equivale a “salud”, la gente puede optar por hacerlo o no hacerlo. Tener derecho a algo no implica que otros deban obligarte a maximizarlo a costa de todo lo demás que valoras. La gente tiene derecho a una vida familiar, pero eso no significa que deban ser forzados a tener hijos.

¿Qué cambiaría si aceptáramos este delirio y fingimos que los prohibicionistas son paladines de los derechos humanos?

… gran parte del apoyo práctico a los defensores de derechos humanos procede de la sociedad civil. Por ejemplo, una iniciativa con sede en Europa ofrece diversos mecanismos de apoyo, incluida una línea telefónica de emergencia y visitas en prisión.

La iniciativa a la que se refieren presta ayuda a mujeres que viven bajo el régimen talibán en Afganistán y a libertarios perseguidos políticamente en Georgia.

¿De verdad alguien, incluso el más trastornado fanático del “control del tabaco”, puede creer que eso tiene algo que ver con activistas monotemáticos a los que llaman “niñeras del Estado” en Facebook?

El control del tabaco siempre ha consistido en defender el derecho a la salud, la vida y la dignidad.

No. Siempre ha sido una cruzada prohibicionista dirigida por neuróticos, fanáticos y oportunistas. Como demuestra la campaña contra los cigarrillos electrónicos y las bolsas de nicotina, nunca se trató realmente de la salud, y mucho menos de la dignidad.

Una cruzada moral basada explícitamente en la “desnormalización” jamás iba a promover la dignidad humana.

Sin embargo, quienes lideran este trabajo suelen enfrentarse a amenazas sin el reconocimiento ni la protección que se otorgan a otros defensores de los derechos humanos.

Los autores remiten, muy amablemente, a una página web que de otro modo habría pasado desapercibida. Financiada por dos de los grupos pantalla de Bloomberg, Courage Against Tobacco [Valentía contra el tabaco] narra las desgarradoras historias de valientes profesionales antitabaco que, al parecer, han sufrido a manos de la industria del tabaco.

“El sector del tabaco” se define de forma tan amplia que incluye no solo a las empresas que fabrican y venden productos de tabaco, sino también a todas las entidades relacionadas con ellas, instituciones de investigación que reciban financiación del tabaco, terceros aliados y lobistas que defiendan posiciones de la industria. Y, por si fuera poco, también incluye:

– Organizaciones que promuevan productos de “menor riesgo” mientras se oponen a las medidas basadas en evidencia del Convenio Marco de la OMS.

– Entidades que de forma consistente apoyen las posiciones políticas de la industria.

En otras palabras: literalmente, cualquiera que no esté de acuerdo con ellos.

El sitio relata la historia de una activista francesa que fue “supuestamente insultada en Internet” por alguien de un grupo llamado Angry Tobacconists. También cuenta cómo Sheila Duffy, de ASH Scotland, fue llamada “nazi de la salud” por FOREST, y cómo un ex inspector jefe de policía amenazó con llevarla a los tribunales (los detalles no están claros).

Y menciona a una activista del sudeste asiático que recibió una carta de queja de 36 páginas de alguien vagamente vinculado a la industria del tabaco.

Sí, eso pone en perspectiva la situación en Gaza o en Ucrania, ¿verdad?

Nadie ha sufrido como un profesional del lobby antitabaco… y todo por defender los derechos humanos (es decir, su derecho a decirle a los demás cómo deben vivir).

Reconocer a los defensores del control del tabaco como defensores de los derechos humanos no es simbólico: es un paso necesario para cerrar una grave laguna de protección. Esto alinearía el campo con los esfuerzos de justicia global, liberaría recursos legales e institucionales infrautilizados…

Ahí está. ¿Es eso el sonido de una caja registradora que oigo?

… y enviaría un mensaje claro: defender la salud es defender los derechos humanos. A medida que aumenta la presión de los actores comerciales, la comunidad global de control del tabaco debe actuar —no solo para impulsar políticas, sino para proteger a quienes las impulsan.

Estas personas viven en una realidad paralela. Clive Bates lo resume perfectamente en una respuesta rápida:

Los defensores del control del tabaco no protegen los derechos humanos, sino que promueven el control y las limitaciones de los derechos de los demás. Las amenazas a su seguridad son mínimas en la práctica, pero las amenazas para millones de personas derivadas de adoptar una postura prohibicionista y “de guerra contra las drogas” hacia las formas más seguras de nicotina son, esas sí, significativas.


Este artículo fue traducido y adaptado al español por el equipo de Vaping Today. Publicación original: Prohibitionists for human rights!. Si encuentra algún error, inconsistencia o tiene información que pueda complementar el texto, comuníquese utilizando el formulario de contacto o por correo electrónico a redaccion@thevapingtoday.com.

Christopher Snowdon
Christopher Snowdonhttps://www.christophersnowdon.com/
Escritor e investigador del Instituto de Asuntos Económicos del Reino Unido, Christopher Snowdon es especialista en materias afines a las libertades sociales, la prohibición y la evidencia basada en políticas, editor del Nanny State Index y autor de seis libros: 'Polemics' (2020), 'Killjoys' (2017), 'Selfishness, Greed and Capitalism' (2015), 'The Art of Suppression' (2011) , 'The Spirit Level Delusion' (2010) y 'Velvet Glove, Iron Fist' (2009).

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