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El fracaso de la prohibición en el control del tabaco

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Donde hay una prohibición siempre hay un mercado ilegal listo para actuar. Por eso las leyes draconianas y el control del comportamiento enfocado en la prohibición más que en la prevención tienen poca o ninguna probabilidad de funcionar en algún lugar del mundo. El reino budista de Bután es el mejor ejemplo de ello.

Bután es un pequeño país del centro-sur de Asia, ubicado en las cordilleras orientales del Himalaya y casi aislado entre los gigantes China e India. Tiene poco más de 770 mil habitantes. Este reino budista puede ser conocido por sus paisajes naturales impresionantes, su estupenda arquitectura, por la aceptación de la poligamia para ambos sexos o por adoptar el Índice de Felicidad como una herramienta gubernamental. Sin embargo, la prohibición total del tabaco y productos similares es lo que más ha llamado la atención internacional en los últimos años. 

La prohibición ocurrió en 2004. El gobierno vetó la venta, compra y posesión de tabaco sin autorización en el mismo año que el país asiático firmó el Convenio Marco para el Control de Tabaco de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero en pocos meses la iniciativa que la comunidad del tabaco había elogiado ya parecía destinada al fracaso.

No faltaron denuncias en la prensa sobre la enorme cantidad de personas que cruzaban la frontera con cigarrillos escondidos dentro de muebles, cajas de frutas, comestibles o ferretería. La aerolínea nacional Druk Air, uno de los principales medios de ingreso de cigarrillos al país, seguía trayendo cantidades considerables de tabaco. En 2005, el propio rey de Bután, Jigme Singye Wangchuck, confirmó a periodistas de India que seguía fumando a pesar de la prohibición de venta de tabaco del reino. «Soy fumador. Estoy tratando de reducir el consumo de cigarrillos». 

Regulación desproporcionada

“A pesar de la prohibición total, el consumo de tabaco seguía alto en Bután”.

En 2011, siete años después de la prohibición, Michael Givel de la Universidad de Oklahoma publicó datos esclarecedores en la Revista Internacional de Políticas de Drogas (IJDP): además de que el tabaquismo no desapareció ni disminuyó, la prevalencia entre menores de edad en Bután era mucho mayor. Y la respuesta gubernamental no pudo ser más equivocada: el fracaso llevó al endurecimiento legal. Pero casi siempre algo prohibido termina generando más deseo de consumo, sobre todo entre los jóvenes. 

En ese mismo año, un monje budista de 23 años fue condenado a tres años de prisión por tener 48 bolsitas de tabaco de mascar. La desproporción de la condena llamó la atención mundial y causó inconformidad en la sociedad butanesa. Más de 80 personas fueron condenadas en los meses siguientes.

Al final, el primer ministro Jigmi Thinley admitió lo excesivo del castigo: «No creo que tengamos el equilibrio adecuado. Espero que podamos hacer enmiendas… el tipo de castigo es algo que creo que debe analizarse». La cobertura de los medios, la presión del público nacional e internacional generaron efecto y se aprobó aumentar la cantidad autorizada de importación personal a 300 cigarrillos, 400 bidis y 250 gramos de tabaco oral mensuales.

¿Qué dicen las cifras?

No parece sencillo encontrar números oficiales, pero:

– En 2016, el Atlas del Tabaco contabilizaba que en el año anterior el 5,87% de las muertes de Bután eran atribuibles al tabaquismo (221 muertes);
– La Encuesta Nacional de Salud de 2012 informaba que el 4% de la población de entre 15 y 75 años fumaba y alrededor del 48% usaba tabaco sin humo;
– En 2013, la Encuesta Mundial de Tabaquismo (GYTS) entre jóvenes butaneses informó una prevalencia del consumo de tabaco del 30,3%.

Estos datos fueron compilados en una investigación del Ministerio de Salud de Bután con científicos del Instituto de Educación e Investigación Médica de Posgrado de Puducherry, India, y publicados en Population Health Metrics. “A pesar de una prohibición total del tabaco, [su consumo] era alto en Bután, especialmente la forma sin humo. Los hombres, los grupos de edad más jóvenes y los consumidores de alcohol deben ser objeto de intervenciones conductuales, junto con una implementación más estricta de medidas de control del tabaco”, concluyeron. 

«El mercado negro, que surgió después de la prohibición, es el desafío número uno al que se enfrenta Bután en lo que respecta al control del tabaco”.

Después de 17 años, en junio de 2021, la Asamblea Nacional ordenó el fin de la prohibición para acabar con un mercado ilegal calificado por las autoridades como “endémico”. El combate del nuevo coronavirus creó el momento perfecto y permitió anticipar una medida necesaria. “La modificación del proyecto de ley es beneficiosa ahora y lo será en el futuro”, dijo el primer ministro Lotay Tshering. “Tuvimos que reconocer que el aumento de los incidentes de cruce de fronteras y el contacto con personas al otro lado de la frontera podrían socavar nuestras medidas preventivas durante esta pandemia; por ello se permitió la venta controlada». 

Una historia inconclusa

De ser orgullosamente el primer país totalmente libre de tabaco, Bután pasó a ser uno de los mejores ejemplos de que las prohibiciones no funcionan o, por lo menos, causan más problemas que beneficios. 

«El mercado negro, que surgió después de la prohibición, es el desafío número uno al que se enfrenta Bután en lo que respecta al control del tabaco”, declaró el ministro de Salud, Dechen Wangmo, en el informe de la OMS La gran prohibición: el viaje de Bután hacia una sociedad libre de tabaco, publicado en 2020.

Por otro lado, el representante de la Organización en Bután, Dr. Rui Paulo de Jesus, da indicios de que el abordaje del problema no evolucionará mucho si depende de la OMS, que “comparte las preocupaciones del país, [pero le] parece oportuno que Bután adopte el protocolo para eliminar el comercio ilícito de productos de tabaco que aún no ha ratificado”. 

El proyecto de ley fiscal propone reducir el impuesto sobre las ventas de productos de tabaco del 100% actual al 0%. Todas las Reglas y Reglamentos de Control del Tabaco 2021 (TCRR) están pendientes de publicación y no se sabe cuándo se concretará la derogación de la prohibición. Sin embargo, lo cierto es que “la gran prohibición”, tan festejada por los prohibicionistas, ha sido un fracaso absoluto. El viaje de Bután hacia una sociedad libre de tabaco ha terminado andando en el sentido contrario: ahora es necesario regresar para buscar algún avance. ¿Pero aprenderán la lección? 

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