En México, el vacío legal está facilitando la expansión de los cárteles en el mercado de los cigarrillos electrónicos. La prohibición total, que elimina las alternativas legales y empuja a los consumidores hacia el mercado negro, está facilitando que el crimen organizado tome el control absoluto de un mercado que ya genera más de 5.000 millones de pesos anuales.
El narcotráfico mexicano, con su habilidad casi camaleónica para adaptarse a las dinámicas del mercado, ha encontrado un nuevo terreno de disputa: el comercio de cigarrillos electrónicos. De acuerdo con el periodico The Latin Times, el Cartel de Sinaloa, fragmentado en facciones rivales, los Chapitos y los Mayiza, se enfrentan ferozmente no solo por el control de las drogas tradicionales, sino también por el dominio de un mercado legal que, paradójicamente, camina hacia la clandestinidad. En la capital, Unión Tepito mantiene el control del comercio y distribución de cigarrillos electrónicos.
La ecuación combina las políticas públicas prohibicionistas con la creciente popularidad del vapeo en México, un país dónde hay 15 millones de fumadores, de los cuales 684 mil (5%) son adolescentes de 12 a 17 años. Esto ha puesto al sector en el punto de mira de los carteles.
El mercado, antes relativamente discreto, ahora mueve miles de millones de pesos anualmente y atrae la atención de facciones que buscan diversificar sus fuentes de ingresos. Como suele ocurrir, un vacío en el mercado formal es un terreno fértil para las operaciones clandestinas de las organizaciones criminales.
Los Chapitos, herederos del imperio de Joaquín el Chapo Guzmán, dominaron inicialmente el comercio local de vapeo. Con una combinación de intimidación e imposición de «tasas de protección» controlaron las ventas de productos como los iJoy Bar, dispositivos fabricados en China, personalizados con banderas mexicanas y sellos de autenticidad destinados a camuflar su verdadera procedencia ilícita.
La violencia no es tan silenciosa. Diversos minoristas de vapeo están bajo ataque en México. Informes recientes señalan una alarmante escalada de ataques violentos a tiendas de vapeo en Sinaloa. Se han incendiado dispensarios, tiroteado establecimientos y destruido comercios en una campaña de terror asociada al avance de los Mayiza, la facción rival de los Chapitos. Para los pequeños empresarios locales, la lógica es clara: operar fuera del dominio del cartel equivale a firmar su propia sentencia de muerte.
Un comerciante anónimo relató al periódico Milenio cómo, en solo un año, los Chapitos tomaron el mercado por la fuerza, obligando a los minoristas a vender únicamente sus productos y cobrando comisiones por cada venta. Una práctica que, aunque antigua en el narcotráfico, ahora se disfraza de «monopolio encubierto» en el mercado formal.
La violencia como reguladora del mercado
El control territorial del cartel no se ejerce solo a través de la coerción financiera, sino también mediante la violencia explícita. Un video viral de 2023 ilustró la brutalidad de esta guerra: dos adolescentes fueron obligados a desfilar desnudos por las calles de Guasave, en Sinaloa, sosteniendo un cartel que decía: «Esto le pasa a quien vende vapes sin permiso».
Las letras de canciones hacen frecuentes alusiones al control del cartel sobre el comercio ilegal de cannabis vaporizada. Es un sombrío recordatorio de cómo la cultura pop y el crimen organizado pueden entrelazarse peligrosamente en la percepción pública.
Más perturbadores aún son los informes de dispositivos adulterados con sustancias como cocaína, fentanilo y metanfetaminas, fabricados en laboratorios clandestinos. La promesa inicial de los cigarrillos electrónicos como una alternativa «más segura» al tabaco convencional se ha convertido, bajo la prohibición de los gobiernos y el control de los carteles, en un riesgo real para los usuarios.
La paradoja mexicana se revela en su forma más cruel cuando los intentos de regulación y prohibición resultan, en la práctica, en un fortalecimiento de los carteles. Expertos en reducción de daños, como la doctora Angélica Ospina, advierten que la prohibición total del comercio legal de vapes solo entregaría el control absoluto al mercado negro. «Prohibir no erradicará el consumo, solo eliminará las alternativas reguladas, favoreciendo el contrabando y la adulteración», afirmó Ospina a la DW.
La experiencia con la prohibición demuestra que, en lugar de disminuir o eliminar el consumo, estas medidas aumentan los precios, haciéndolos inviables para buena parte de los consumidores. La consecuencia inevitable es la migración hacia alternativas más baratas y peligrosas ofrecidas por los carteles.
Con un mercado que mueve aproximadamente 5.000 millones de pesos (unos 280 millones de dólares) anualmente, según la organización Pro-Vapeo, el apetito de los carteles por este sector parece estar comenzando. Si la prohibición se implementa a nivel nacional, los Chapitos y los Mayiza podrían transformar la industria del vapeo en otro engranaje de su maquinaria de lucro ilícito.
La batalla por el control del mercado del vapeo en México es un microcosmos del dilema mayor que el país enfrenta en su lucha contra el narcotráfico. Prohibir sin regular equivale a entregar, en bandeja de plata, otro sector al imperio de sombras que los carteles construyen con sangre, intimidación y, ahora, vapor.
Para saber más, acceda al reportaje de El Observador.
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