La más reciente investigación del proyecto In Silico Science, bajo el liderazgo del Centro de Excelencia para la Aceleración de la Reducción de Daños de la Universidad de Catania (CoEHAR), sustenta una vez más la idea de que vapear es muchísimo mejor que fumar.
El equipo de In Silico Science analizó 25 estudios con 1.810 fumadores sobre los posibles efectos cardiovasculares de la sustitución del cigarrillo por el vapeo. Los hallazgos no dieron indicios de que el uso de cigarrillos electrónicos sea de ninguna manera más dañino que fumar. Además, el cambio puede conducir a algunos posibles beneficios para la salud.
La sustitución de cigarrillos electrónicos por cigarrillos combustibles en los programas de salud pública es una opción que ya han tomado algunos países. Pero en muchos otros aún existe preocupación con respecto a algunos posibles resultados negativos para la salud por el uso de sistemas de suministro de nicotina.
In Silico Science es un proyecto que tiene como objetivo analizar la literatura científica disponible para obtener datos sobre los posibles efectos en la salud de los cigarrillos electrónicos. Los autores evaluaron los estudios en busca de sesgos metodológicos y problemas de informe; también calificaron la solidez de la evidencia presentada.
Los resultados
La última revisión realizada por la Dra. Renée O’Leary, investigadora de CoEHAR y una de las principales expertas en el campo de las revisiones sistemáticas, analizó la evidencia de la investigación clínica en participantes humanos para abordar la pregunta sobre cuáles son los efectos en la salud cardiovascular que resultan de la sustitución de cigarrillos electrónicos por cigarrillos convencionales.
La investigación abarcó 25 estudios con 1.810 participantes que fumaban. Los autores encontraron que casi dos tercios de las pruebas analizadas mostraron que los cigarrillos electrónicos no causan ningún daño adicional a la salud de un fumador, específicamente en relación con la frecuencia cardíaca, la presión arterial y las pruebas cardiovasculares.
De hecho, los investigadores evaluaron la evidencia de dos estudios clínicos que mostraron que el uso de cigarrillos electrónicos podría generar un beneficio potencial. Por ejemplo, los participantes con hipertensión experimentaron una reducción clínicamente significativa en la presión arterial sistólica después de un año de uso de sistemas electrónicos de administración de nicotina.
¿Qué errores se encontraron en la investigación?
Con respecto a las limitaciones y fallas metodológicas, veinte estudios se calificaron como de alto riesgo de sesgo y cinco causaron algunas preocupaciones.
Entre los problemas metodológicos más comunes, la revisión destacó que siete estudios tuvieron un riesgo de sesgo de verificación con participantes de un solo género, participantes adultos jóvenes o patrones excepcionalmente leves o intensos de consumo de cigarrillos. El autor enfatiza en que el pequeño tamaño de la muestra en la mitad de los estudios reduce la confianza en sus hallazgos. Algunos estudios tenían protocolos de vapeo que no replicaban la manera como las personas usan los cigarrillos electrónicos en la práctica.
“Nuestra revisión proporciona un cuerpo de datos detallado y actualizado sobre las posibles implicaciones para la salud humana que provienen de la sustitución de cigarrillos electrónicos”, afirmó la Dra. O’Leary, autora principal del estudio. “Datos de la revisión respaldan la idea de que el uso de cigarrillos electrónicos no condujo a ningún riesgo cardiovascular adicional y los fumadores que eligen cambiar pueden beneficiarse de esta elección. Sin embargo, como ocurrió en otras revisiones, se observaron algunos problemas metodológicos y fallas, principalmente debido al diseño de los estudios que no representan el uso real de cigarrillos electrónicos y sus limitaciones, como el tamaño de la muestra de los participantes o la falta de informes de antecedentes de tabaquismo».
¿Qué encontraron los diferentes tipos de estudios?
La revisión de los 25 estudios analizados se realizó entre el 31 de enero y el 29 de abril de 2021. Para que un estudio fuera parte de la revisión, se requería tuviera un grupo de comparación que fumaba tabaco combustible (cigarrillos) o uno en el que los participantes hubieran sustituido los sistemas electrónicos de suministro de nicotina por fumar. Además, el estudio tenía que informar datos de resultados o análisis de pruebas cardiovasculares.
Los estudios se realizaron en EE. UU. (8), Reino Unido (6), Italia (4), Alemania (2), Bélgica, Grecia, Indonesia, Polonia y Sudáfrica. Los participantes tenían entre 18 y 65 años de edad y en total sumaron 1.810 personas que fumaban. Catorce estudios realizaron pruebas agudas, mientras once estudios presentaron datos de seguimiento que oscilaron entre 5 días y 24 meses.
Con respecto a los posibles efectos del vapeo en la frecuencia cardíaca, ocho estudios agudos no encontraron un aumento significativo en la frecuencia cardíaca con el uso del sistema electrónico de administración de nicotina. Tres pruebas agudas encontraron un aumento significativo en la frecuencia cardíaca después del uso de cigarrillos electrónicos de nicotina, pero en una prueba el aumento no fue significativamente diferente al del cigarrillo de tabaco y en otra fue un aumento significativamente menor que el del cigarrillo de tabaco. Ocho de los nueve estudios de seguimiento no demostraron cambios significativos en la frecuencia cardíaca.
Hubo 19 estudios que evaluaron la presión arterial: 8 estudios agudos y 11 estudios de seguimiento. Quince estudios no indicaron cambios significativos. Dos estudios mostraron que el uso de cigarrillos de tabaco aumentó significativamente la presión arterial, mientras que el uso del sistema electrónico de suministro de nicotina no lo hizo. Solo un estudio comparó a los usuarios duales con los usuarios exclusivos de cigarrillos electrónicos y descubrió que los usuarios exclusivos tenían mejoras significativas en la frecuencia cardíaca y la presión arterial que los usuarios duales.
Siete estudios se calificaron con riesgo de sesgo de verificación con participantes de un solo sexo, participantes adultos jóvenes o patrones excepcionalmente leves o intensos de consumo de cigarrillos. Para estudios sobre funcionamiento cardiovascular, la edad de los participantes es un problema serio para el sesgo de verificación. Otro problema metodológico que contribuye a la certeza baja en la evidencia es el tamaño de la muestra de los estudios. Once estudios se realizaron con 20 participantes de sistemas electrónicos de administración de nicotina o menos.
Además, se utilizaron diferentes modelos de cigarrillos electrónicos en los estudios: los hallazgos basados en los primeros modelos de cigarrillos electrónicos pueden no ser aplicables a los actuales. Algunos estudios no consideran antecedentes de tabaquismo.
Finalmente, algunos investigadores usan protocolos de vapeo que no replican la experiencia de los usuarios de cigarrillos electrónicos en la práctica. Los autores instan a los investigadores a prestar mucha atención a sus diseños de investigación; sin duda se necesita más evidencia de calidad para informar si la sustitución del cigarrillo electrónico es una opción de tratamiento que vale la pena para la reducción de daños para las personas que fuman.
Enlace al estudio: https://link.springer.com/article/10.1007/s11739-022-03161-z
- La Rosa, G., Vernooij, R., Qureshi, M. et al. Clinical testing of the cardiovascular effects of e-cigarette substitution for smoking: a living systematic review. Intern Emerg Med (2023). https://doi.org/10.1007/s11739-022-03161-z
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