Bajo la reveladora mirada de la socióloga Amelia Ruby Howard, el podcast Narcotica revela la verdad disuelta, la realidad fragilizada y el miedo construido en el verano de 2019.
En 2019, Estados Unidos presenció el estallido de una crisis de salud pública que rápidamente ocupó los titulares internacionales: una serie de lesiones pulmonares graves asociadas al uso de vaporizadores, prematuramente bautizada como EVALI (E-cigarette, or Vaping, Product Use-Associated Lung Injury).
El pánico, alimentado por comunicaciones oficiales imprecisas y por una cobertura mediática alarmista, no tardó en generalizar el miedo en torno a todos los dispositivos de vapeo. Sin embargo, tímidas y lentas investigaciones conducidas por los CDC revelaron, de manera poco ostentosa, varios meses después, que la raíz del problema no residía en los vaporizadores de nicotina regulados, sino en la presencia de acetato de vitamina E en cartuchos ilícitos de THC, una sustancia empleada como adulterante.
A pesar de estos hallazgos, la percepción pública del riesgo se vio profundamente afectada: aumentó el número de personas que comenzaron a considerar los cigarrillos electrónicos más peligrosos que el tabaco convencional. El caso EVALI se convirtió así en un emblema de las consecuencias de la desinformación en las crisis sanitarias, un ejemplo de cómo la falta de matices en la comunicación pública puede generar daños colaterales duraderos, como el regreso de exfumadores al cigarrillo tradicional.
En este contexto, cargado de ruido y miedo, se inserta el episodio «Darth Vaper: The Panic Strikes Back» del podcast Narcotica. En él, los periodistas Christopher Moraff, Troy Farah y Zachary Siegel se sumergen con precisión quirúrgica en este fenómeno, entrelazando un reportaje riguroso con una crítica social aguda para diseccionar lo que no dudan en llamar un pánico moral en su forma más clásica. A su lado, como invitada especial, la socióloga Amelia Ruby Howard —especialista en las intrincadas relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad— guía a la audiencia a través de los espesos vapores de la desinformación, iluminando, con rara lucidez, las zonas de sombra que se forman cuando el miedo suplanta al entendimiento.
La histeria, observa Howard, no brotó en el vacío. Es el producto de una alianza tan improbable como estratégica entre los movimientos antitabaco y antidrogas, que encontraron en los vaporizadores un enemigo común —y oportuno—.
Encontrar un chivo expiatorio
En un país donde el control del tabaco está entrelazado con intereses financieros robustos y donde las campañas públicas de salud son, paradójicamente, financiadas en su mayoría por las mismas industrias que deberían ser reguladas, el surgimiento de una alternativa potencialmente menos nociva —los cigarrillos electrónicos— se percibía como una amenaza existencial, no solo para un mercado, sino para toda una arquitectura moral y económica construida en torno a la guerra contra la adicción.
El epicentro de la crisis residía en los casos de enfermedades pulmonares graves asociadas al uso de cartuchos de THC —muchos de ellos provenientes del mercado ilegal— contaminados con acetato de vitamina E, un aditivo empleado para camuflar la dilución de los aceites de cannabis, otorgándoles la ilusión de pureza y la viscosidad necesaria para su consumo en vaporizadores.
La gravedad de los cuadros clínicos, incluidas las muertes, es incuestionable. Sin embargo, como destacan los presentadores, el número absoluto de víctimas sigue siendo irrisorio cuando se lo compara con las cientos de miles de muertes anuales provocadas por el tabaco tradicional. La desproporción entre el riesgo real y la histeria colectiva se convertía, así, en un síntoma tan alarmante como la propia enfermedad.
Detrás de la cortina de humo levantada por los titulares alarmistas, se revela una realidad de contornos mucho más complejos: los casos reportados involucraban a usuarios de cartuchos de THC adquiridos en el mercado clandestino, desprovisto de cualquier tipo de control sanitario o regulación.
En cambio, los vaporizadores comerciales de nicotina —como los populares Juul— no mostraron, hasta ese momento, una correlación directa con las enfermedades registradas. Aun así, fue sobre ellos que recayó el peso aplastante de la culpa pública y política, en una inversión de responsabilidades que parecía menos interesada en discernir las causas reales que en encontrar chivos expiatorios convenientes.
Howard delinea con precisión la coreografía previsible de un pánico moral: una amenaza emergente, inflada por coberturas mediáticas sensacionalistas y seguida de respuestas políticas apresuradas, casi siempre ancladas en datos preliminares y lecturas apresuradas.
Anatomía del pánico y la ceguera moral
La anatomía de este pánico incluye la figura recurrente de los «emprendedores morales»: personajes públicos que, movidos por convicción o por oportunismo, instrumentalizan la crisis para impulsar sus propias agendas.
En el caso del vapeo, actores como el lobby anticannabis vieron en la epidemia pulmonar una oportunidad dorada para reavivar discursos prohibicionistas y tensionar aún más el ya controvertido debate sobre la legalización de la marihuana.
Los paralelismos con crisis pasadas son inevitables: desde la era de la Ley Seca hasta la guerra contra las drogas en los años setenta, pasando por el pánico a la heroína en los años ochenta y el terror mediático al crack en los años noventa, Estados Unidos cultiva una larga tradición de responder a los dilemas sociales con moralismo y represión, mientras relega al olvido las causas estructurales que los alimentan.
La historia se repite como farsa y tragedia: políticas públicas basadas en el miedo inmediato, incapaces de enfrentar las fracturas profundas —desigualdad, exclusión, falta de acceso a la salud— que hacen que ciertos cuerpos sean más vulnerables que otros.
El episodio de Narcotica no se limita a desmontar el pánico vigente. Va más allá, exponiendo sus efectos colaterales más insidiosos: el riesgo de que medidas precipitadas —como la prohibición de sabores en los cigarrillos electrónicos— comprometan estrategias eficaces de reducción de daños, empujando a los usuarios de regreso al cigarrillo convencional o hacia productos aún más riesgosos provenientes del mercado clandestino.
Para Howard, el vapeo de nicotina, aunque no exento de riesgos, representa una alternativa significativamente menos nociva que el tabaco de combustión —una revolución silenciosa en la salud pública, ahora amenazada por la marea de desinformación y el recrudecimiento del moralismo.
El episodio concluye con un llamado a la lucidez y al discernimiento crítico: que los consumidores busquen información de calidad, resistan a las narrativas alarmistas y exijan a los legisladores políticas fundamentadas en evidencias científicas —y no en arrebatos de pánico colectivo—. En medio de la densa niebla de la desinformación, la ciencia no solo es un faro, sino el último bastión contra las viejas tentaciones del moralismo y la represión disfrazados de preocupación pública.
Quizás el mayor servicio que presta Narcotica sea precisamente este: desmitificar. En un entorno saturado de ruido y miedo, su enfoque —investigativo, crítico, empático— se erige como un recordatorio incómodo de que la verdad rara vez habita en los extremos y que, como siempre, es el ser humano común quien carga, en silencio, con el peso de las guerras libradas en nombre de la moralidad.
__________
Nota del editor
Narcotica es más que un podcast. Hace parte de una trinchera crítica erigida en medio del ensordecedor ruido de la guerra contra las drogas. Bajo la conducción de los periodistas Christopher Moraff, Troy Farah y Zachary Siegel, el programa desmonta las narrativas hegemónicas y descorre las capas invisibles de las políticas de drogas en Estados Unidos, revelando, con precisión investigativa y una poco común sensibilidad social, los efectos colaterales de esa guerra —efectos que no se cuentan en estadísticas, sino que se imprimen, con brutalidad silenciosa, en los cuerpos y las vidas relegadas a los márgenes—.
Episode XXIX: Darth Vaper The Panic Strikes Back
Para entender a fondo lo que sucedió:
Katchmar, A., Shafer, P. & Siegel, M. (2022) Analysis of state portrayals of the risks of e-cigarette use and the cause of the EVALI outbreak. Harm Reduction J, 19, 112.
Clive Bates. (2021). The outbreak of lung injuries often known as «EVALI» was nothing to do with nicotine vaping. Qeios. doi:10.32388/ZGVHM7.3.
Dave, D. M., Dench, D. L., Kenkel, D. S., Mathios, A. D., & Wang, H. (2020). News that takes your breath away: Risk perceptions during an outbreak of vaping-related lung injuries (Working Paper No. 26977). National Bureau of Economic Research.
Blount, B. C., Karwowski, M. P., Shields, P. G., Morel-Espinosa, M., Valentin-Blasini, L., Gardner, M., Braselton, M., Brosius, C. R., Caron, K. T., Chambers, D., Corstvet, J., Cowan, E., De Jesús, V. R., Espinosa, P., Fernandez, C., Holder, C., Kuklenyik, Z., Kusovschi, J. D., Newman, C., … Pirkle, J. L. (2020). Vitamin E acetate in bronchoalveolar-lavage fluid associated with EVALI. New England Journal of Medicine, 382 (8), 697–705.
Newton, J. (2019, October 29). Vaping and lung disease in the US: PHE’s advice. Public Health England.