En el noveno Foro Global sobre Nicotina, un panel muy diverso evaluó uno de los más grandes retos que enfrentan las agencias de salud pública de casi cualquier país —bajar los índices de mortalidad por tabaquismo— y la problemática relación con la Organización Mundial de la Salud, cuyos lineamientos todavía condenan al consumidor a cesar o morir.
El desarrollo de nuevas alternativas más seguras y llamativas para los fumadores ha expuesto la radical posición que los organismos mundiales de salud tienen frente a la nicotina más segura. Los derechos humanos, y en especial el acceso a la salud, el desarrollo de la libre personalidad y el derecho a la información, suelen ser los menos atendidos. El diálogo en este panel, que contó con la participación de Gerry Stimson, Tomás O’Gorman, Fiona Patten y David Sweanor, deja en evidencia el ataque sistemático a los fumadores, la negación de sus derechos y la inequidad que existe alrededor de las políticas prohibitivas actuales.
En general, los fumadores encuentran en los argumentos de las grandes organizaciones de salud una simple retórica, excluyente. Como consecuencia, perpetúan su hábito pasando por alto las medidas educativas y restrictivas de la OMS.
“Desafortunadamente, al instante en que decidimos tomar un producto de tabaco o fumar, pareciera que renunciáramos a nuestros derechos”, menciona Jagannath Sarangapani, un defensor y activista de la reducción de daños por tabaquismo, miembro fundador de la Asociación de Vapeadores India (AVI, por sus siglas en inglés) y conductor del panel «Nicotina más segura: derechos humanos y desafíos legales».
La lucha de los fumadores
Pese a la disponibilidad de terapias farmacológicas y de reemplazo, el acceso y la adaptación de los pacientes fumadores a un nuevo método suele ser difícil. Las nuevas tecnologías para el consumo de nicotina han demostrado ser las herramientas ideales y predilectas por los consumidores sin acarrear una afectación a la salud.
“Yo pienso que es tiempo para los vapeadores y fumadores de ser escuchados como consumidores, siendo parte significativa de la creación de leyes y regulaciones en cada país que regule al vapeo”, afirma Tomás O’Gorman. O’Gorman es un abogado mexicano y enseña Derecho Corporativo y Sucesiones en la Universidad Panamericana de la Ciudad de México. Exfumador y vapeador desde 2016, es cofundador de «Pro-Vapeo México», una asociación mexicana de consumidores (registrada en 2017) que aboga por la reducción del daño del tabaco y las alternativas no combustibles. Es miembro de la Junta de INNCO.
En el panel también participó Fiona Patten, miembro del Consejo Legislativo del Parlamento de Victoria por la Región Metropolitana del Norte. Es la líder del Partido de The Reason Part, fue elegida por primera vez en 2014 y reelegida en 2018. Ella reflexionó sobre la percepción que tiene la mayoría política en Australia al creer “que se debe al estigma de fumar, la vergüenza de hacerlo. Como alguien que dejó de fumar por vapear, en realidad no pensé que tenía un derecho humano. Estoy empezando a considerar cómo puedo desafiar [las políticas de Australia sobre el vapeo] sobre la base del derecho a la vida y el derecho a salud», pues la importancia de reconocer el acceso a un método de reducción de daños debe convertirse en prioridad para los Estados, pues son herramientas para mejorar las vidas de las personas y garantizar el derecho a la vida.
A propósito del tema, recuerda que existen programas y caminos relacionados con la reducción de daños y riesgos en otras áreas de la medicina, como el VIH, y resalta que, sin embargo, esta no parece ser apropiada para tratar a los fumadores, según la OMS. Debido a esto y al afán de las naciones por cumplir a cabalidad la agenda antitabaco, no se da el espacio necesario a estas nuevas tecnologías para complementar y mejorar los índices de reducción de consumo de tabaco.
Por su parte, David Sweanor, profesor canadiense adjunto de la Facultad de Derecho y presidente de la junta asesora del Centro de Leyes, Políticas y Ética de la Salud de la Universidad de Ottawa, recuerda que “no se trata solo de la salud pública y cómo interactúa con la ley. Llega la salud pública hasta cosas básicas como tratar de comprender la experiencia vivida por las personas, conocerlas donde se encuentran y empoderarlas para que tomen decisiones sobre su propia salud; las mismas cosas que la Organización Mundial de la Salud tiene en su carta de 1946”.
La “deshumanización” del tabaquismo ha permitido crear un estigma global, enmarcando a los consumidores de tabaco, y ahora a los del vapeo, dentro de una posición lastimera e inferior a los no consumidores. La OMS no es ajena a esto y ha proyectado siempre la condición del fumador como una adicción genérica, sin dar espacio a evaluar el aspecto sociológico incidental del fumador y socavando su salud al no promover un acceso igualitario, justo y apropiado para cada caso. La sociedad en general es partícipe implícitamente en la exclusión y menosprecio del fumador bajo premisas alarmistas, segregativas y desinformativas alrededor de las nuevas tecnologías de la nicotina, particularmente del vapeo.
“Los seres humanos tenemos derechos fundamentales, entonces la Salud Pública falla en los aspectos más básicos”, menciona el profesor Gerry Stimson, destacado defensor de la reducción del daño del tabaco y profesor emérito del Imperial College London. Se refiere, entre otras cosas, a la clara ausencia de los consumidores en la toma de decisiones sobre su vida. La diversidad de alternativas para el consumo de nicotina que existe hoy, sumada a los extensos estudios realizados, han permitido demostrar la eficiencia de un programa de reducción de daños y riesgos por tabaquismo en la población inglesa, logrando mejorar indiscutiblemente los índices de tabaquismo.
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