En vísperas de la COP10, la postura inflexible de la Organización Mundial de la Salud respecto al paradigma de reducción de daños y su insistencia en un discurso idealizado sobre la salud pública tienen profundos impactos negativos en la salud de millones de personas.
El tabaco causa más de 8 millones de muertes al año en todo el mundo y la omisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la implementación de estrategias de reducción de daños en el contexto del tabaquismo y los nuevos productos de nicotina que sustituyen los cigarrillos es una preocupación urgente en el ámbito de la salud pública.
La creciente evidencia a favor de la reducción de daños como método efectivo contra el tabaquismo encuentra un obstáculo significativo en la reticencia de la OMS a integrar a los defensores especialistas de esta perspectiva y a los consumidores de productos de nicotina en el debate de formulación de políticas. Esta resistencia, expresada más de una vez en la exclusión y el secretismo de la Conferencia de las Partes del Convenio Marco para el Control del Tabaco, desaprovecha datos, métodos y experiencias que podrían combatir el tabaquismo de manera más eficaz.
¿Qué es la reducción de daños del tabaquismo?
La reducción de daños se basa en el principio humanitario de minimizar los efectos adversos asociados al consumo de sustancias adictivas sin exigir la abstinencia total. En el ámbito del tabaquismo esto se traduce en la promoción de alternativas más seguras, como los sistemas electrónicos de administración de nicotina, que abarcan los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco calentado, además de opciones como el snus sueco y las bolsas de nicotina, que presentan riesgos mucho menores en comparación con el tabaco combustible tradicional.
La reticencia de la OMS a considerar estas alternativas como parte esencial de las estrategias de salud pública generalmente se fundamenta en preocupaciones sobre la seguridad a largo plazo de estos productos, el riesgo de inicio de consumo de nicotina en no fumadores, especialmente jóvenes, y el temor a que se socaven los esfuerzos de control del tabaco que promueven la abstinencia total. Todas estas cuestiones podrían debatirse de manera amplia y contextual, bajo un enfoque científico y propositivo, si la OMS/CMCT expandiera el debate a un abanico más amplio de voces.
La exclusión de los expertos defensores de la reducción de daños y de los usuarios de productos de nicotina de las discusiones, recomendaciones y formulación de políticas significa que los responsables de estas no aprovechan oportunidades valiosas para entender mejor la realidad, las necesidades y comportamientos de los fumadores. La inclusión garantizaría que las políticas se basen en un entendimiento completo de la investigación actual y en la realidad objetiva de las personas, no solo en el principio de precaución, promoviendo así el desarrollo de políticas verdaderamente basadas en la evidencia.
La importancia de la inclusión
La contribución al debate de los usuarios de nuevos productos de nicotina es crucial para evaluar la eficacia de estos productos en reducir o eliminar el consumo de tabaco y los problemas de salud asociados. Además, así sería posible diseñar políticas que minimicen los riesgos potenciales asociados con el uso de sistemas electrónicos de administración de nicotina y productos similares, maximizando sus beneficios en la reducción de daño del tabaco. Esto implica responsabilidad social: promover estrategias de reducción de daños adaptadas y crear mecanismos para prevenir efectos no deseados.
La elaboración de políticas sin la participación de estos grupos puede llevar a adoptar medidas restrictivas que, paradójicamente, van a perpetuar el consumo de tabaco combustible o fomentar el mercado ilícito de productos de nicotina.
Un enfoque más inclusivo y democrático es esencial para combatir el tabaquismo de manera más efectiva. Adoptar una perspectiva abierta que reconozca el potencial de la reducción de daños, reevaluando las políticas existentes a la luz de la evidencia emergente sobre la efectividad de los productos de nicotina y fomentar la investigación para llenar los vacíos en nuestro conocimiento sobre los efectos a largo plazo de estos productos es un imperativo.
Tener en cuenta a todas las partes interesadas en un diálogo constructivo, incluidos los defensores de la reducción de daños, los consumidores de productos de nicotina y expertos en distintos campos de la salud pública, es el enfoque ideal para formular políticas equilibradas.
Es vital destacar que adoptar una estrategia de reducción de daños no significa renunciar a los esfuerzos por prevenir el inicio del tabaquismo o el consumo de nicotina ni dejar de promover la cesación total. Por el contrario, amplía el espectro de estrategias disponibles para mitigar el impacto devastador del tabaquismo en la salud pública.
Ignorar esta perspectiva no solo desaprovecha oportunidades para combatir el tabaquismo de manera más efectiva, sino que puede prolongar innecesariamente el daño asociado con el consumo de tabaco y millones de muertes que podrían evitarse.
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