La alianza entre CTFK con padres y maestros de Estados Unidos tiene como objetivo principal la prohibición de los sabores en los productos de tabaco. ¿Por qué esto es un problema?
Recientemente, la Campaña por los Niños Libres de Tabaco (CTFK por sus siglas en inglés) se ha aliado con la Asociación Nacional de Padres y Maestros (National PTA). ¿Cuál es el objetivo de esta alianza? De acuerdo con las partes, el propósito es “sensibilizar y ayudar a prevenir el consumo de cigarrillos electrónicos y otros tipos de tabaco entre los jóvenes”, especialmente ahora que se acercan el fin de las vacaciones y el regreso masivo a clases presenciales.
Según las cifras que presentan para sustentar la importancia de esta alianza, 3,6 millones de niños usan cigarrillos electrónicos en Estados Unidos. Por esa razón es necesario educar a maestros y familias acerca de los daños del tabaco y los productos relacionados, así como en la prevención del consumo por parte de niños y jóvenes.
Hasta este punto –y aunque el argumento de la inminencia del regreso a clases presenciales tiene un toque alarmista y controlador– las intenciones y propósitos de estos adultos extremadamente preocupados suenan razonables y hasta loables, teniendo en cuenta que la misión que se atribuyen es “mejorar la educación, la salud, la seguridad y el bienestar de los niños”. Sin embargo, el comunicado donde informan la alianza demuestra una clara (y preocupante) fijación con los dispositivos de vapeo y los sabores.
Obsesión con los sabores
Desde el primer párrafo del comunicado afirman que por medio de esta colaboración desarrollarán recursos para “educar a los padres y apoyar la eliminación de productos saborizados de tabaco, que las encuestas muestran que son ampliamente usados por los jóvenes”. También afirman que National PTA y CTFK “encuestarán a padres y familias para recolectar perspectivas acerca del impacto y la experiencia de padres, escuelas y comunidad frente al uso del tabaco, con enfoque en el vapeo y el tabaco saborizado”.
En la misma línea, Portia Reddick White, vicepresidenta de asociaciones estratégicas de CTFK, afirma que con la alianza buscan “trabajar con padres y maestros para defender las políticas necesarias para proteger la salud de los niños, incluyendo la eliminación de los cigarrillos electrónicos saborizados y otros productos de tabaco con sabor”.
Así que el objetivo es claro: hacer desaparecer a los sabores y, de ser posible, a los dispositivos de vapeo que funcionan como estrategia de reducción de daños para los fumadores. Al parecer, no es posible educar y prevenir el consumo de productos de nicotina entre los jóvenes sin pasar por la prohibición. Y de este afán de prohibir se derivan muchas consecuencias negativas.
El problema de la prohibición
En primer lugar, y como directos afectados, están los fumadores adultos. Existen, aunque muchos de estos defensores de los jóvenes probablemente querrían que desaparecieran junto a los productos de tabaco saborizado. Por diversas razones no han dejado de fumar –algunos probablemente nunca dejarán de hacerlo–, y por esa razón su salud está seriamente amenazada. Los productos que National PTA y CTFK pretenden prohibir son una opción para ellos porque les da la oportunidad de disminuir o abandonar el consumo de cigarrillos y, así, mejorar su salud y calidad de vida. Si estas organizaciones logran su objetivo, millones de fumadores perderán esa oportunidad.
En segundo lugar, pero como consecuencia de lo anterior, parte de lo que están haciendo estos adultos supremamente preocupados es dar una increíble lección de egoísmo a esos niños y jóvenes que pretenden educar y proteger. Dan a entender que sus intereses y preocupaciones están por encima de millones de vidas de adultos fumadores, tanto así que ni siquiera parecen percatarse de que existen. Y aunque quienes están en peligro sean adultos cuyas decisiones puedan cuestionarse, sería deseable una postura más empática y abierta al diálogo por parte de quienes educan a los futuros adultos de una sociedad.
Finalmente, y de nuevo en relación con lo anterior, no hay que olvidar que, aunque son especialmente vulnerables y merecen todo el respaldo que puedan recibir, los niños no son los únicos integrantes de una sociedad. En las sociedades de todo el mundo también hay adultos, y entre ellos hay adultos fumadores. Las decisiones, políticas y leyes que se adopten deben tenerlos en cuenta. De eso se trata la democracia, que no es ir prohibiendo todo aquello que no nos guste o nos haga sentir amenazados, en parte porque está demostrado que esa estrategia no funciona.
En conclusión…
Nadie en la comunidad del vapeo está en desacuerdo con educar y prevenir el consumo de cualquier producto de tabaco, incluidos los cigarrillos electrónicos, entre los niños y jóvenes. Los productos de vapeo no son para ellos; tampoco para ningún adulto que no fume. Sin embargo, lo que sí se defiende es el derecho de los fumadores adultos a escoger una opción menos dañina para su salud y su calidad de vida. Es esto lo que no han comprendido los defensores de la prohibición.
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