Un estudio que compara el uso de vapeo y cigarrillos durante 24 horas plantea algo de preocupación de daño cardiovascular en personas con enfermedad coronaria o cerebrovascular subyacente. Aun así, vapear siempre será mejor que fumar.
Para toda y cualquier substancia de consumo va a existir siempre un grupo de personas con una predisposición de intolerancia o vulnerabilidad en relación con dicha substancia. O sea, para todo hay un grupo de riesgo. Muchas personas todavía piensan que la nicotina tiene efectos adversos sobre la función cardíaca sin darse cuenta de que lo tóxico en el cigarrillo tradicional es el humo y no la nicotina. Algunos fumadores, candidatos a dejar de fumar, incluso deciden prescindir de la nicotina cuando pasan a vapear, lo que acaba siendo un error importante en el éxito y un factor de recaída en el tabaquismo.
La desinformación también se da entre expertos y científicos como la especialista en tratamiento de adicciones Guadalupe Ponciano Rodríguez, del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien recientemente declaró a un importante periódico mexicano que “hay evidencia de que ese aerosol [producido por el vaporizador], más la nicotina, solventes y saborizantes afectan al aparato cardiovascular, con lo cual se incrementa el riesgo de infarto para los consumidores de vapeadores, y de tumores en el pulmón, entre otros peligros”.
¿Qué dice la ciencia?
Una de las grandes cualidades del método científico es que actúa, y permite actuar, en medio de un cuestionamiento permanente y al mismo tiempo ofrece la posibilidad de acumular conocimiento sobre cualquier tema. Dentro del ámbito del Control del Tabaco no es inusual verificar un cierto dogmatismo al transferir de manera simplista los problemas del hábito de fumar para el hábito de vapear, como si hubiera una correspondencia directa en el riesgo y daño de estos dos tipos de consumo.
Pensando en ello, un grupo de investigadores bajo el liderazgo del profesor Neil Benowitz, del Programa de Investigación de Farmacología Clínica, División de Cardiología, Departamento de Medicina, Universidad de California, se propuso medir los efectos cardiovasculares del vapeo en comparación con el tabaco fumado durante un período de 24 horas. El estudio publicado el 19 de noviembre de 2020 compara los biomarcadores conocidos de enfermedades cardiovasculares generados por el tabaco fumado con los del vapeo y la abstinencia total.
El objetivo principal del estudio fue comparar los efectos del uso normal del vaporizador y el cigarrillo combustible durante un día y una noche. “Aquí no existen pruebas de laboratorio con usos que no cumplan con el uso ‘estándar’ de los sujetos. En el pasado, un estudio resultó ser alarmante sobre el vapeo, pero el método no reflejaba en absoluto el uso normal”, explican los autores. El presente estudio pretende ser fiel al consumo de fumadores y vapeadores para poder medir los impactos de los dos usos en un contexto que se describe como ‘cotidiano’.
“Las medidas tomadas se relacionan con la frecuencia cardíaca y la presión arterial, durante el día y la noche, así como con la excreción urinaria de catecolaminas (indicadores de estimulación neural simpática). También se realizan mediciones secundarias de biomarcadores de otros posibles mecanismos de enfermedades cardiovasculares (ECV); incluyendo estrés oxidativo, activación plaquetaria e inflamación”.
Los resultados
Niveles de nicotina y cotinina en plasma. En general, lo que se observa es que los niveles de nicotina y cotinina (un marcador urinario de la presencia de nicotina en la sangre) son significativamente más altos al fumar tabaco que al vapear.
Frecuencia cardíaca y presión arterial. La frecuencia cardíaca promedio durante 24 horas ha sido significativamente más alta al fumar que al vapear. Cabe señalar que la frecuencia cardíaca también se mantiene más alta por la noche con el tabaco fumado y que se normaliza entre vapeadores y abstemios. La presión arterial, por su parte, se mantuvo similar entre el vapeo y los cigarrillos, siendo ambos más altos que sin consumo.
Catecolaminas urinarias y biomarcadores de efecto cardiovascular. El estudio también observa una disminución del estrés oxidativo y biomarcadores inflamatorios del vapeo en comparación con el cigarrillo. (Concentraciones relativas de biomarcadores urinarios de 24 horas dentro de un solo participante).
La conclusión
“Respecto a la nicotina, vemos que la concentración plasmática es mucho menor con el vaporizador que con el cigarrillo, y esto a lo largo del día. La frecuencia cardíaca también es mucho más baja en promedio con el cigarrillo electrónico. Tenga en cuenta, sin embargo, que durante la noche, el aumento promedio en la frecuencia cardíaca cae al nivel de un no fumador/no vapeador.
“En cuanto a los biomarcadores urinarios, vemos que prácticamente no hay diferencia en la excreción de epinefrina, norepinefrina y dopamina. Por otro lado, existe una diferencia muy clara entre el 8-isoprostano y el 11-dH-TxB2. El 8-isoprostano es un biomarcador de estrés oxidativo y el 11-dH-TxB2, un potencial biomarcador predictivo de eventos cardiovasculares mayores en pacientes con alto riesgo cardíaco (activación plaquetaria).
“En cuanto a los biomarcadores plasmáticos, de nuevo se observa un descenso muy marcado de la interleucina-6 y un descenso menos significativo de la interleucina-8. Estos dos biomarcadores indican la presencia de inflamación«.
Una vez más, este estudio proponía realizar mediciones durante un período de 24 horas. Tenemos aquí una medición durante un período corto y los autores especifican que estos resultados deben corroborarse durante un período más largo y una muestra más grande de sujetos. Algunos biomarcadores de fumar tardan en desaparecer y el estudio involucró a usuarios duales. Incluso si las mediciones se realizaron para un consumo determinado (y no para otros) durante 24 horas, se deben tener en cuenta los diferentes tiempos de metabolismo.
“Pero en un período tan corto, ya podemos ver una diferencia significativa en los efectos cardiovasculares entre el vapeo y el tabaco fumado”.
Verifique la publicación original sobre el estudio aquí.
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