En países como Argentina, el prohibicionismo parece haber creado un nuevo sujeto social que se inserta forzosamente en una dinámica de ilegalidad dentro de la cadena de producción capitalista. Al promover el mercado ilegal y penalizar al consumidor creó una “nueva marginalidad”: personas normales y corrientes convertidas en delincuentes. Esta es la historia de una de esas personas.
Sonaba el Polaco al fondo. Se notaba una mezcla de ansiedad, seguridad y tensión disfrazada en su tono de voz. Pero tenía una fuerza expresiva que se proyectaba como quien recupera el aliento y necesita desahogarse, de una manera casi musical. Entonces miró y dijo: “necesito sigilo”.
Natalia estaba sentada en un sillón de cuero en un rincón de su despacho y movía las manos una sobre la otra. Parecía relajarse. Una fuerte luz amarilla que venía desde abajo se cruzaba con otra, más fría, pendiente sobre su escritorio. La iluminaba por completo. Llevaba suelto el pelo largo y rojizo. Toda la escena reforzaba el contraste del color crudo de las paredes con su suéter azul noche y su piel extremadamente blanca. Se quitó las gafas, me invitó a sentarme con la mano y habló otra vez: «¿vos querés un mate?».
Aunque a media luz, se podía ver una estantería –que ocupaba toda una pared– llena de cajas blancas de archivo y pequeñas cajas de varios colores cuidadosamente apiladas. Un fichero de acero en la parte más oscura de la habitación. Un vaso con una planta verde y lila entre dos sillas. Una alfombra rojo púrpura oscuro hasta la puerta. Un ligero e inestable perfume dulce y calmante en el aire, que parecía modificarse justamente cuando se ponía atención en él. “Claro que tengo recelos. Hasta miedo”.
Alejó con cuidado algunas pilas de papeles extremadamente organizados de la mesa y me sirvió el mate. A primera vista todo recordaba un despacho normal y corriente, como si estuviéramos en un predio comercial cualquiera. El primer sonido que nos trajo a la realidad fue la voz de un niño llamando a su mamá. Natalia se levantó, dio un par de pasos, abrió la puerta y pidió a su marido Juan atender al niño. “¡Estoy en una entrevista, cariño!”.
Suenan los tacones en el suelo y se percibe que su despacho está cuidadosamente improvisado en una habitación en el fondo de su casa. La pieza del lado, que se veía por una pequeña ventanilla, parecía un garaje y a lo mejor era donde almacenaba sus productos. “Perdón, podemos empezar”.
La nueva marginalidad
Esta no es una obra con tintes noir o una novela pulp basada en el espíritu tanguero. Aunque contiene algunas de las características de estos géneros, la historia ocurre en la Argentina.
En Buenos Aires hablamos con Natalia. Este es el nombre ficticio con el que bautizamos a una mujer en sus cuarenta años, de clase media, con estudios universitarios, madre. Se quedó en el paro y ha tenido todas las dificultades del mundo para volver al mercado de trabajo. Como muchísimas mujeres en Latinoamérica en esta situación, empezó a emprender. Y a diferencia de tantas mujeres emprendedoras, Natalia es considerada una delincuente por el gobierno argentino.
Natalia tiene coraje. Es una exfumadora compulsiva que ahora vapea. Actualmente hace parte de un colectivo que quizás se pueda clasificar como una generación de empresarios que compone una “nueva marginalidad” en Argentina y en muchos otros países. Esto desde que empezó la prohibición del comercio, importación y publicidad de productos de vapeo.
Estos emprendedores señalados como delincuentes por el Estado son en su mayoría consumidores de vapeo. Por necesidad, casualidad o vocación acabaron como dueños de tiendas o fabricantes de líquidos o equipos artesanales y accesorios. Se caracterizan por intentar llevar sus negocios con el máximo de profesionalismo y respeto a los derechos de sus consumidores. Esto aunque actúan en el submundo, conviven con contrabandistas y hasta verdaderos criminales, y muchas veces pasan obligatoriamente por peligros muy reales. Les han negado sus derechos y deberes sociales, y han estampado su actividad comercial en los periódicos con los mismos colores que la de los narcotraficantes. En Argentina esto ocurre por la disposición administrativa de ANMAT número 3226/1.
De acuerdo con el Tobacco Atlas, la prevalencia de tabaquismo entre el público femenino en Argentina es de 22,5%. Junto a Chile y Uruguay es uno de los países con más altos índices de fumadoras de América Latina. En Buenos Aires, la Dirección General de Estadística y Censos señala que la tasa de desempleadas supera en un 20,7% a la de hombres. También superan a los hombres en los números de subocupación y precarización en el trabajo. En todo el país, ya son más de cuatro millones las jefas de hogar, o sea quienes llevan la familia adelante.
Natalia estuvo entre todos esos números. Vaping Today ha querido saber cómo es la rutina de una empresaria, dueña de una tienda, considerada una criminal en la capital de Argentina.
La Natalia
Natalia es una mujer entre sus cuarenta y cincuenta años, bien educada, casada hace 15 años con Juan, también comerciante. Y nos ha contado su historia:
“Cuando nos casamos estábamos los dos casi saliendo de la Universidad; luego empecé a trabajar en una multinacional y Juan en una importante concesionaria de coches. En una de las numerosas crisis que hemos pasado en la Argentina, mi marido se quedó sin laburo. Y por suerte, la empresa en que yo trabajaba se lo contrató. Teníamos una vida muy normal y vivíamos bien, sin lujos, pero muy bien. Pero hace casi una década esa empresa se fusionó con otra. Trasladaron algunos colegas iberoamericanos a nuestros puestos. Dejaron sin trabajo a todos los empleados que tenían en Argentina. Y nos vimos sin trabajo, con un niño pequeño, hipoteca, vos sabes todo lo que se viene encima… dejamos nuestro departamento y venimos para acá, que era la casa de mis abuelos”.
Es una casa antigua y bonita en un barrio tradicional de Buenos Aires. Techo alto, puertas largas, una de aquellas casas típicas que abrigaba a las numerosas familias hasta la década de 1980.
“Me acuerdo que a los doce años, con vecinos y mis primos, solíamos jugar en una plaza a la vuelta de la casa de mis abuelos… cerca de acá, cerquita, con una torre pasante, y mi prima le robó un cigarrillo a su madre y nos fuimos a escondidas a fumar en esa plaza… Luego esa torre sería el lugar o el escondite preferido en que nos reunimos para fumar. Nos sentíamos grandes y adultos allí. Fumar era bonito y tenía glamour. Todos fumaban. Puedo cerrar los ojos y recordar el olor a cigarrillo en varios ambientes de mi niñez, en las habitaciones, en las ropas, paredes… Solo no fumábamos en la escuela, porque había mucho respeto por el maestro. Pero sí en la secundaria, donde fumar ya era moda, eras cool si fumabas, porque era tan común, en las películas, en la tele… te criabas con eso”.
Marlboro siempre ha sido la marca más popular en Argentina. Natalia ya no fumaba Marlboro cuando dejó el tabaco. Demasiado costoso. Los paquetes provenientes de China o Paraguay que llenaban el mercado de tabaco ilícito eran mucho más baratos.
“Ya fumaba muchísimo. Como cuarenta cigarrillos diarios. Comencé a los doce años… y fueron 28 años fumando. Me gustaba fumar. Pero llegó un momento en que quería por lo menos cuidar de mi salud. Por supuesto había pensado en dejar de fumar muchísimas veces. Pero no lo lograba. O muchas veces eso solo pasaba por mi cabeza. En el inicio del año de 2017 un amigo que vive en España viene de vacaciones y me cuenta sobre el vapeo, que yo tenía que probarlo, que estaba fumando mucho, que ya era hora de dejarlo, etc. Al principio no quise saber nada de eso. Ya había leído algo sobre el vapeo, pero me parecía que iba a cambiar algo malo por algo que no se tenía comprobación científica de que era una buena opción, ¿me entendés? Pero luego de unos días tuve un episodio horrible de falta de aire tan fuerte que no podía siquiera caminar. Me quedé asustada y llamé a mi amigo, que me asesoró y me enseñó por videollamadas y largas charlas telefónicas cómo podría iniciarme en esto del vapeo”.
Mientras habla, entre mates y vaporadas, Natalia se parece a mí y a casi todos los exfumadores que se han cambiado al vapeo. Desinformación, falta de información o mala información conviven con la aprehensión y el deseo de dejar el tabaco.
“No sabía si iba a funcionar, pero me compré un kit de inicio, una cajita de resistencias y un par de botellas de líquidos por internet. Me acuerdo que no había conseguido hablar con mi amigo y en la primera vez he tenido que arreglarme sola. He quemado un par de resistencias en el intento. Uno de los líquidos era súper horrendo. He tenido que comprar más. Mi marido solo miraba, sin creer mucho, pero buscaba información por internet. Pero casi todas las informaciones eran muy contradictorias y generaban desconfianza. Me fijé en un foro y en un youtuber español para aprenderlo. Por fin, he conseguido empezar a utilizarlo y ha sido como magia. Así arranqué en el mundo del vapeo, con una experiencia no tan linda, con un líquido que casi me hace abandonar y con dos resistencias quemadas. Pero cuando lo logré, ni por un segundo volví a pensar en el cigarro. Fue mágico”.
Entrada a la marginalidad
En seguida, de modo casi natural, el desempleo hizo que Natalia empezara a revender la marca de líquidos artesanales producidos en Argentina que ella misma consumía. Gradualmente se sumaron resistencias, equipos y accesorios en su improvisado catálogo y poco a poco se vio con más y más clientes.
“[Empecé] basándome en mi propia experiencia, en la dificultad de empezar que te acabo de contar. Y como está prohibido y no hay ningún lugar donde te puedan asesorar correctamente en el manejo, en las opciones, sus pros y contras, empecé a informarme y a repasar la información y a enseñar a mis clientes. Principalmente a la gente mayor le es muy difícil encontrar información. Solo encuentran basura en los periódicos y en la tele.
“¿Quiénes son mis clientes? Tengo muchas clientes mujeres. Pero el mundillo del vapeo es muy masculino. Seguro que el 85% del público que vapea en Argentina es masculino. Hay un 15% de mujeres, pero no se involucra. Sí inician a vapear, pero no se hacen ver. Es un público visible que no se visibiliza. La prohibición asusta a la gente. Sobre todo a la gente mayor y a las mujeres. Lo que sale en la prensa asusta a la gente que piensa en iniciar en el vapeo. Obviamente que todo esto no lo sabia correctamente cuando inicié: las mentiras y la falta de información, de regulación, las políticas antivapeo que circulan en el país… hoy vivo de esto y me gusta”.
En sus primeros meses, como una consumidora más, Natalia fue aumentando las cantidades de productos que compraba para revender, pero a un alto costo. Luego otro comerciante le enseñó algunos caminos: páginas en Deep Web que hacían llegar la mercancía al país a costos de 40 a 60% del valor total de la compra y sin fecha de entrega, con el riesgo de retención en Aduana.
Contactos la hicieron llegar a una gran tienda en el exterior que distribuía productos en todo el Cono Sur a precios muy económicos. Esta parece tener un plantilla de personal listo para atender a comerciantes como Natalia. Las rutas ya están bien diseñadas. Y los costos de cada punto del trámite, a parte de comisiones y descuentos de la compra, son definidos y pagados con veinte días de antelación, pudiendo haber costos adicionales en cualquier momento.
“Sí, claro que es un comercio, pero es un comercio donde también puedo ayudar a personas a reducir el daño, a que elijan mejorar la calidad de vida. Amo ese aspecto de lo que hago y quiero seguir haciéndolo. Quiero también como consumidora poder elegir libremente vapear o fumar, y poder elegir dónde comprar los insumos. Y como empresaria, quiero pagar los impuestos y poder crecer con mi trabajo, no tener que esconderme como narcotraficante, comprar en un punto de encuentro, tener miedo que te pare la policía, porque no están informados realmente. Los pocos que saben algo de tu actividad te miran mal en la calle, sobre todo la gente grande que mira las noticias y te juzga basado en ella. No, no nos es fácil poder elegir vapear en Argentina, y quizás menos todavía contar mi actividad”.
Sufren a menudo allanamientos de ANMAT, AFIP y Aduana. Les ponen causas federales por “contaminación de aguas” o por “comercio de productos peligrosos”. Causa penales por contrabando. Muchos agentes públicos entienden que estos productos no deberían estar prohibidos, pero tienen que cumplir con sus obligaciones. Otros aprovechan la situación y, percibiendo la “categoría” y fragilidad de lo imputado, solicitan propinas. O pueden simplemente actuar como una “pieza del juego” del complejo sistema ilegal haciendo llegar a las calles los millares de productos ilícitos que se consumen en una metrópolis como Buenos Aires.
“Ellos [ANMAT] no toman en cuenta los miles de estudios que hay hoy en el mundo. Tampoco investigan el producto. Solamente nos dicen que no saben el riesgo que causa y por ese motivo lo prohíben, cuando hay estudios a nivel mundial que avalan y regulan el vapeo. La AFIP y Aduana inician allanamientos y causas penales por contrabando, y esto sucede porque no nos dejan solicitar una regulación segura. Por supuesto queremos tributar, poder ingresar mercadería al país con garantías y todo lo que la ley requiera. Pero no nos dan la oportunidad de elegir.
Natalia recibe un SMS con una fecha. Luego una llamada de un número no identificado. Un hombre define un punto de encuentro. Nunca son los mismos y hay veces que los cambian súbitamente. En ocasiones Natalia tiene que desplazarse por muchos kilómetros. En otras debe ir a locales absolutamente improbables en el corazón de la ciudad.
“Pedimos solamente una regulación justa y segura, tanto para el consumidor como para nosotros, los comerciantes. Hoy compramos mercadería de contrabando con riesgos de perder la inversión, riesgo de atracos en rutas, de allanamientos, riesgos de que lleguen productos defectuosos o fakes a las manos de nuestros clientes, riesgos por estar vendiendo líquidos no regulados. Yo me fijo muchísimo en intentar un cierto control de calidad porque hay producción de líquidos falsos que no se pueden distinguir de los verdaderos. Me encanta lo que hago, ser comerciante, me encanta la idea de que lo que vendo puede ayudar a tantas personas a tener una vida más saludable, sentirse mejor, como me ha pasado a mí. Pero no soporto el submundo, además de poder ser peligroso, aún más para una mujer, tener que entrar en el submundo de contrabando de Argentina… los trámites son muy engorrosos, imposibles y desgastantes”.
En el punto de encuentro hay protocolos y quizás el más importante sea el silencio. Y la agilidad. Natalia no puede ver la mercancía. Entrega el dinero y en menos de un minuto está sola con sus cajas. Hay otros medios y variaciones en que ocurren esas negociaciones, pero hemos decidido omitirlas por cuestiones de seguridad. De todas maneras, queda claro el universo en el cual el prohibicionismo ha puesto un producto que puede mejorar la salud del consumidor y salvar su vida.
Me quedo callado mirando a aquella mujer educada y distinta. La mezcla de su voz con el escenario profesional y a la vez familiar, con su postura y su discurso y su historia, todo lo que me cuenta contrasta y realmente se acerca a un guion de cine. Al final cuenta que, aparte de los peligrosos trámites para conseguir la mercancía para su negocio, la violencia viene también de parte de algunos clientes.
“Recibo a menudo amenazas de clientes. Algunos se abusan al saber que esto no está permitido en Argentina. Exigen cosas que jamás exigirían en una relación comercial normal. Hacen exigencias bajo amenaza que te van a denunciar. Hay muchos colegas desleales que realizan denuncias en contra de sus colegas o personas que no les agradan, solo para derribar a la competencia y monopolizar el mercado. Y justamente así, muchos de ellos son los que están creciendo, dominando el mercado, con poder económico para trasladar y hacer pasar cantidades cada vez más grandes”.
“Yo soy una comerciante chica, de barrio, muy, muy pequeña, que elige sus clientes, pero aparecen clientes de todo tipo. Tenemos muchos clientes federales, policías, de la gendarmería, hasta jueces y fiscales, y siempre se les tienen que ‘hacer alguna atención’. Solo por el miedo de que puedan tener alguna represalia. A algunos colegas sí que se les pasa de tener que llegar a arreglos más complejos, un arreglo también con la policía, por ejemplo».
Escucho con atención a aquella mujer emprendedora, sin ninguna característica para moverse por ese mundo gris. Miro a un portarretratos con una fotografía de un día soleado, con adultos y niños sonrientes, sentados a la mesa bajo un árbol, como en un almuerzo de domingo. Le pregunto sobre sus familiares. Parte de su familia no interfiere. Otra no tiene idea de la situación en que vive o no sabe bien lo que comercializa.
“Mis amigos más cercanos saben realmente lo que nos pasa y lo que sorteamos cada día, y lo ven absurdo. Pero sí se puede vapear, ¿no? ¿El consumo personal es legal en Argentina? Sí. ¿Pero por qué no te dejan conseguir los insumos libremente? Es contradictorio y hasta inconstitucional, creo. Quiero lo que mis clientes quieren: elegir si fumar o vapear. Yo elijo vapear porque reduce el daño y me siento mejor. Me alejé del cigarrillo convencional vapeando. Quiero vapear y quiero comprar libremente en Argentina.
El 1 de noviembre de 2016 ANMAT ratificó la prohibición tras realizar una nueva evaluación sobre los efectos a la salud de estos productos. Prohibió importar, distribuir y comercializar dichos dispositivos y todos sus accesorios (incluyendo los líquidos para recargarlos), como también la publicidad de los mismos. Cabe recordar que en mayo de 2011 esta Administración había tomado dicha medida en la Disposición 3226/11 argumentando falta de evidencia científica que avalara la eficacia del cigarrillo electrónico para la protección de la salud humana. No sabemos qué evidencias han encontrado para ratificar la prohibición.
Sueños
Le pregunto acerca del futuro, y siento que Natalia se emociona. Deja más detalles.
“De verdad, yo veo el futuro de mi negocio muy mal… Mal, muy mal. Vivimos con miedo a un allanamiento, vivimos con miedo de poder tener una causa procesal, vivimos amenazados por los clientes oportunistas. Tenemos que convivir con contrabandistas que sabe Dios qué más pueden cargar junto de nuestros productos. Tenemos que cambiar de locación seguido para que no sepan dónde encontrarnos, con el miedo a perder todo lo que nos costó muchísimo construir».
“¿Y si no fuera prohibido? Uff, si el vapeo fuera legal en argentina… Mi sueño es tener un local a la calle muy al estilo europeo, con sillones cómodos donde el cliente se sienta a gusto como en un club de amigos. Con un mostrador amplio, con estanterías llenas de líquidos, equipos, kits, para que cada cliente pueda probar libremente cada sabor de cada marca. Que pueda experimentar cada equipo con el que quiera iniciar en esta experiencia lo más confortable que pueda, que tenga un asesoramiento correcto, que pueda explicarles cómo usarlo, cómo iniciarse en eso. Si necesitara ayuda, estar ahí para el cliente. Que él tenga un lugar físico dónde encontrarnos, sacarle todas sus dudas, poder otorgarle garantías en los productos, que hoy no la tienen. Una música leve en el ambiente, con paredes de colores suaves y que se respire un olor agradable. Que sea un ambiente a gusto donde el consumidor se sienta parte, donde podamos ayudarlo en la transición de dejar de fumar».
“El cliente tiene que recibir ayuda, tiene que saber que puede ser un proceso muy difícil, pero no imposible. Somos miles las personas que dejamos de fumar gracias al vapeo, muchos con facilidad sorprendente».
“Queremos contarle al mundo que sí, se puede. Como mujer argentina, activista amateur provapeo, me gustaría dejarles este mensaje, más a las mujeres fumadoras que hoy en nuestro país representan el 52% del total de fumadores, a las mamás de hijos pequeños que fuman cigarrillos convencionales, a las abuelas que salen a pasear con los nietos, a las mujeres trabajadoras, estudiantes, amas de casa: reducir el daño se puede, estás a tiempo.
«Piensa en tu familia, en tus hijos, nietos, amigos, que son fumadores pasivos. El daño no solo te lo causas a vos, sino a todos los que te rodean. Hacé empatía. Pensá en entrar a tu casa y no sentir el olor a cigarrillos en todos los ambientes, en la ropa, en el pelo, en las manos, en las paredes. Pensá que cuando agarrás a tu hijo o nieto él está sintiendo ese olor. Pensá que en una semana al dejar de fumar se siente el cambio: respirás mejor, ya no tenés toda esa contaminación en el pelo y ropa, en el auto, en la casa, y que respirás mejor, no te agitas, podés subir escaleras sin que te falte el aire. Vos, mujer argentina, pensá en vos, no es tarde, reduce el daño, consultá a tu médico, pedí estudios, y probá el cambio. Hoy mismo se puede dejar de fumar. Yo lo logré gracias al vapeo. Es un proceso. Lo ideal es no fumar, ni vapear, pero vamos paso a paso. Dejemos de fumar y luego viene la hora de empezar a dejar de vapear. No hay que sufrir“.
Este artículo lo produjo el equipo de Vaping Today. Si encuentra algún error, inconsistencia o tiene información que pueda complementar el texto, comuníquese utilizando el formulario de contacto o por correo electrónico a redaccion@thevapingtoday.com.