El portal sobre actualidad en marketing y negocios The Business of Business (B2) entrevistó a la presidenta de American Vapor Manufacturers, que representa a los vendedores independientes de productos de vapeo en EE. UU. Hablaron sobre la demonización que ha sufrido la industria, el vapeo juvenil, los casos de daño pulmonar y cómo el vapeo ayuda a los fumadores a dejar el hábito.
La industria del vapeo estadounidense atraviesa uno de sus momentos de más tensión y segregación con la aprobación de la regulación de los productos de vapeo a través de los PTMA (Pre Market Tobacco Product Application). Los pequeños comercios y fabricantes locales han sido vilmente excluidos al no poder cubrir el millonario costo de estas aplicaciones. Además, los ataques contra la industria que buscan la prohibición se han materializado en demandas como la prohibición de sabores “amigables para los niños” o en la tergiversación de los casos de EVALI.
Una voz por el vapeo
Amanda Wheeler, presidenta de American Vapor Manufacturers y con más de una década en las ventas al por menor en varios estados, lidera esta organización con más de 100 miembros involucrados en el mundo vaperil desde 2009. Antes de la era Juul y de la incursión de las tabacaleras al vapeo, los integrantes de la organización fueron una gran variedad de estas empresas, la mayoría de exfumadores, que lideraban el mercado con una intención de compartir esta tecnología con su comunidad.
“Soy dueña de una pequeña empresa con sede en Arizona, se llama Jvapes, mi esposo y yo la comenzamos en 2011 porque ambos éramos fumadores crónicos. Intenté todo para dejar de fumar. Y sabes, un fin de semana, mi esposo tomó un vaporizador, cuando estaba comprando sus dos cartones de cigarrillos habituales. Y por primera vez pudo dejar de fumar en unos dos días. Así que pensamos que era bastante milagroso”, recuerda Amanda.
Christie Smythe, jefa editorial de B2, cuestiona a Wheeler respecto a la efectividad y seguridad del vapeo frente al cigarrillo. Además, resalta cuáles serían las consecuencias de la desaparición de la industria del vapeo.
Según Amanda, “Vapear (…) es algo muy importante, porque unas 480.000 personas al año mueren por enfermedades relacionadas con el tabaquismo, y son muertes totalmente prevenibles. Pero para bien o para mal, los cigarrillos son muy adictivos. Es un hábito muy, muy difícil de dejar. Y para muchas personas, las herramientas que existen, los chicles de nicotina, los parches y los medicamentos, no les funcionaron. Y esta tecnología es algo que ha funcionado muy bien para muchos de esos fumadores, que eran los más difíciles de alcanzar para el control del tabaco y para los esfuerzos tradicionales para dejar de fumar. El vapeo es capaz de llegar a muchas de esas personas y ayudarlas”.
Wheeler incluso menciona que con la prohibición total del vapeo la mayoría volvería al dañino hábito del tabaco, el mercado negro tomaría fuerza y los negocios serios serían desestimados. “Pero no creo que la gente realmente vea en la práctica cómo esto perjudica a muchas personas cuando quieren prohibir un producto del que depende tanta gente”, concluye.
¿Y los jóvenes?
Frente a la problemática del consumo de cigarrillos electrónicos en las escuelas estadounidenses, Amanda dice que es una gran preocupación. Siendo madre de dos hijos tiene un compromiso, junto con los miembros, de no venta e incluso prohibición del ingreso de menores de 21 años a sus locales.
A propósito, recuerda los casos de grandes empresas cuyas campañas de marketing fueron deliberadamente diseñadas con un concepto más juvenil de lo necesario. “Cuando está comercializando para ese grupo de edad, obviamente habrá algunos efectos indirectos en las categorías más jóvenes. Y pienso que fue un error de marketing de esa empresa en particular”, dice.
Este problema terminó atribuyéndose a la presencia de “sabores atractivos para los niños”, convirtiendo el infinito abanico de sabores en una cruda y desabrida opción para los vapeadores y exfumadores. “A los adultos les gustan los sabores en muchos contextos diferentes: en el alcohol, en el helado, en los menús de café en Starbucks, ¿verdad? A la gente generalmente le gustan las cosas que tienen sabor, y lo mismo ocurre con los productos de vapeo. Es más una cuestión de cómo se comercializan estos sabores y dónde se comercializan”, recuerda Wheeler.
Los sabores a tabaco o mentol los usa únicamente el 30% de los consumidores; uno de los más grandes atractivos y razones de cambio es la diversidad de sabores.
La huella de la desinformación
Smythe le recuerda a Amanda un caso cercano de, al parecer, un paro respiratorio por consumo crónico de vaporizador. Con esto, lo primero que viene a la mente son los casos de EVALI que sacudieron al mundo del vapeo y que, debido a la desinformación, crearon un pánico generalizado alrededor de la industria, pese a que el problema era la presencia de un agente cortante, acetato de vitamina E, en los cartuchos de destilado de cannabis del mercado negro.
En este contexto Amanda responde: “Y no sé sobre su colega, no quiero, ya sabe, ser entrometida y preguntarle qué podría haber estado vapeando en particular. Pero el acetato de vitamina E no es algo que cualquiera deba poner en sus pulmones”.
A lo anterior se suma que la competencia en la industria ha tomado un rumbo diferente desde el momento en que las grandes tabacaleras empezaron a ser parte del juego. Philip Morris, Juul Labs o la RJ Reynolds ya han creado sus propios vaporizadores. “Ese es un interés competitivo. Tienes a las compañías tabacaleras que vieron cómo sus ventas de cigarrillos sufrían un gran impacto debido a todos estos productos de vapor”, menciona Wheeler.
Los intereses de las farmacéuticas también generan un impacto, puesto que las terapias de cesación más usadas proceden de esta industria.
“El consumo de alcohol entre los jóvenes es mayor que el de vapeo (…). El consumo de marihuana entre los jóvenes es mayor que el de vapeo (…). Pero la maquinaria de mensajes de relaciones públicas no dispone de dinero para esas áreas; en realidad se pone en una campaña contra el vapeo”, menciona Amanda. Su afirmación la respaldan los registros de la FDA y los CDC que han demostrado que el problema del vapeo juvenil se encuentra en niveles vistos en 2013 a 2014, antes del escándalo atribuido a Juul.
“Hay una maquinaria política muy poderosa y muy bien financiada que existió en nuestro país durante décadas para luchar específicamente contra el tabaquismo, ¿verdad? Y ahora han convertido toda esa máquina de dinero, han centrado todo su enfoque en acabar con el vapeo como solían centrarse en acabar con el tabaquismo. Es más de esta locura prohibicionista de Reefer: «simplemente di no», «renuncia o muere», ese tipo de cosas. Es muy extraño para mí que actúen como si todavía estuviéramos en las guerras del tabaco de los años 90”, dice Wheeler.
Smythe concluye preguntando si el vapeo se puede considerar más seguro que el alcohol, el cigarrillo y el cannabis. Amanda Wheeler asegura que no puede hablar sobre el alcohol o el cannabis, pero sí sobre el cigarrillo y dice: “Hemos hecho la investigación. Se han realizado estudios científicos sobre esto durante más de 10 años. Y sabemos sin duda que es mucho más seguro que fumar”.
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