En un escenario donde la transparencia y la ciencia deberían ser las brújulas de la salud pública, la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) y la OMS parecen jugar a la ceguera selectiva ignorando el poder de la reducción de daños del tabaquismo.
Ignorando audazmente evidencias que señalan a productos como los vaporizadores y bolsas de nicotina como alternativas menos riesgosas a los mortales cigarrillos, estos organismos optan por una ruta peligrosa en la cual desprecian la objetividad científica para favorecer una agenda unilateral y prohibicionista. Con una alarmante falta de transparencia y una inclinación por ocultar investigaciones en rincones oscuros, estas entidades están sembrando una desconfianza que no solo desacredita su autoridad, sino que puede costar vidas. Con la próxima conferencia del CMCT acercándose, la exigencia es clara: es hora de que la participación ciudadana y la evidencia científica retomen el centro del escenario en las políticas de control del tabaco.
Concebido como un tratado internacional respaldado por pruebas científicas, el Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) de la Organización Mundial de la Salud reafirma el derecho de todas las personas a gozar del grado máximo de salud que se pueda lograr. Sin embargo, entre la negación de la ciencia y el prejuicio, sumados a la falta de transparencia y objetividad, el camino controvertido de la OMS y el CMCT hacia su misión de luchar contra el problema del tabaquismo parece estar marcado por una pérdida de confianza paulatina. ¿La OMS está desviándose de su misión científica en el Control del Tabaco? ¿El moralismo está reemplazando a la ciencia en el CMCT?
La pregunta de si el moralismo está eclipsando a la ciencia en la esfera del control del tabaco de la OMS presenta un dilema complejo. Abordar esta cuestión podría exigir un escrutinio meticuloso de las políticas, recomendaciones y acciones desplegadas tanto por la Secretaría del Convenio Marco (creada en 2007) como por la OMS en lo que atañe al control del tabaco y los productos relacionados.
Sin embargo, no es necesario embarcarse en un arduo esfuerzo para obtener una perspectiva precisa y actualizada sobre este tema ni sumergirse en una revisión profunda de los informes recientes, declaraciones oficiales y políticas propuestas o ya implementadas por organizaciones subordinadas o afiliadas para obtener una respuesta superficial, aunque con cierta exactitud.
Críticas y respuestas de la comunidad científica y la sociedad civil
No es difícil explorar las críticas y respuestas de la comunidad científica y de salud pública, así como las reacciones e intentos de diálogo de las partes interesadas, sea de la sociedad civil, de las industrias del tabaco (la que ha generado el problema y podría ayudar a solucionarlo) y los productos de reducción de daños (la que puede aportar una solución). Tampoco sería difícil verificar los importantes y positivos testimonios de personas que han logrado abandonar el tabaquismo gracias a los productos de reducción de riesgos y daños. Con una averiguación básica, se descubren innumerables evidencias de que el Convenio Marco, adoptado por unanimidad durante la 56ª Asamblea Mundial de la Salud en mayo de 2003, hoy día opera bajo un manto de secretismo, exclusión, rigidez y sesgo moral.
En un entorno donde la transparencia debería ser constante y la precisión científica debería mantenerse en un nivel inmejorable o ser lo más rigurosa posible, resulta inquietante que, a lo largo de los años, se acumulen reservas, dudas, sospechas y desconfianza respecto a la postura de la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco sin que haya una autocrítica por parte de la Organización Mundial de la Salud.
La Secretaría del CMCT es un organismo central en la configuración de las políticas de salud a nivel global y, una vez más, hay indicios de que podría estar orientando a las Partes del Convenio hacia una agenda unilateral mediante la entrega de investigaciones seleccionadas de manera sesgada a las Partes que participarán en la próxima COP.
Recientes informes distribuidos a las Partes, aunque relegados a secciones poco visibles del portal de la COP10, han generado inquietudes respecto a la integridad de sus contenidos. Los documentos presentan escenarios plausibles al lado de afirmaciones que claramente carecen de un respaldo científico sólido.
Resulta desconcertante que una entidad de la envergadura del CMCT pueda, en ocasiones, mostrar una falta de consideración significativa hacia sus interlocutores mediante la provisión de fuentes de información tan despreciables e insuficientemente fundamentadas. Surge una pregunta inevitable: ¿Qué motiva a los redactores de estos informes, cuya identidad permanece oculta, a emitir juicios sin el respaldo adecuado?
Además, la Secretaría del CMCT genera creíbles conjeturas de actuar en función de intereses ajenos al interés público, al ignorar el paradigma de la reducción de daños y las experiencias globales positivas, lo cual es particularmente grave en temas relacionados con los riesgos y daños asociados al tabaquismo.
Mientras la propia industria tabacalera se halla en proceso de transformar sus negocios hacia productos de menor riesgo y daño, la vehemente hostilidad de la OMS en su control del tabaco hacia los vaporizadores, las bolsas de nicotina, el snus y los productos de tabaco calentado, que representan alternativas de consumo de (nicotina) de menor riesgo en comparación con los mortales cigarrillos, evidencia una inequívoca exacerbación del mismo problema que buscan combatir y que se cobra miles de vidas diariamente en todo el planeta.
La preocupación y la imposibilidad de diálogo es tanta que, el pasado 23 de octubre, en una carta abierta al Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk, 52 entidades civiles internacionales (a las cuales se les impidió participar como observadoras en la COP) expresan su preocupación sobre algunas posturas de la OMS que, según ellas, ignoran los derechos básicos de los consumidores de nicotina. Critican la desestimación de la OMS hacia la reducción de daños ―optando en su lugar por la abstinencia y el prohibicionismo, especialmente en naciones de ingresos bajos y medios―, la falta de transparencia y la ausencia de diálogo y participación social.
El Artículo 5.3 del CMCT, junto con sus directrices, insta a los Estados Parte a salvaguardar sus políticas de salud pública de los intereses comerciales del sector tabacalero. Esta disposición también se emplea para excluir a las organizaciones de consumidores de nicotina de productos sustitutos de los cigarrillos como observadores en las sesiones de la COP. Sin embargo, parece que la Secretaría del CMCT pasa por alto que China, una de las Partes, mediante su entidad estatal, la China National Tobacco Corporation, se erige como el principal productor de cigarrillos en el escenario global. China ha donado un total de aproximadamente 86 millones de dólares a la Organización Mundial de la Salud (OMS) en los últimos años.
Desconfianza pública y pérdida de credibilidad
Expertos de diversas entidades alrededor del mundo han señalado durante años, respaldados por rigurosas fuentes, que ciertos productos para el consumo de nicotina sin combustión, como los vaporizadores y las bolsas de nicotina son alternativas mucho menos riesgosas que el tabaco tradicional si se regulan adecuadamente. Aun así, la Secretaría del Convenio Marco para el Control del Tabaco (CMCT) parece menospreciar parte de producción científica y la experiencia positiva de países como Suecia, Nueva Zelanda y Japón en la reducción de muertes y enfermedades relacionadas con el tabaquismo a través de productos menos perjudiciales.
La enérgica promoción de políticas prohibicionistas, punitivas y restrictivas, así como la imposición de normativas similares a las del tabaco para los productos de reducción de daños, resalta frente a la falta de justificaciones sustentadas en investigaciones robustas. Esta dinámica plantea interrogantes: ¿Están la OMS y la Secretaría del CMCT respaldando posturas y apoyándose en paradigmas moralistas en lugar de en análisis científicos?
Adicionalmente, la clara tendencia de la Secretaría del Convenio a aceptar la regulación de los productos de reducción de daños en los países de ingresos altos y promover la prohibición o la restricción severa en los países de ingresos bajos y medios parece sacada de los más despiadados y trágicos manuales de la extrema derecha que hemos tenido el infortunio de conocer a lo largo de la historia.
Resulta incomprensible que una entidad como la OMS pueda respaldar políticas desiguales que impactan desproporcionadamente a ciertas poblaciones, en particular a las más vulnerables, lo que puede perpetuar o agravar las desigualdades en salud.
Conforme al modelo de gobernabilidad de las agencias bajo el amparo de la ONU, tanto los responsables de políticas que participarán en la próxima Conferencia de las Partes del Convenio Marco para el Control del Tabaco como la sociedad en su conjunto, merecen documentos respaldados por evidencia científica, transparentes, bien fundamentados en sus fuentes y libres de prejuicios.
Generar desconfianza pública de manera unilateral resulta en un despilfarro de recursos valiosos que podrían haberse empleado de forma más eficaz. Si el público percibe que no puede confiar en las recomendaciones o políticas de una entidad debido a sesgos aparentes, es probable que esté menos dispuesto a seguir otras directrices de salud pública, lo que puede desencadenar consecuencias trágicas para la salud colectiva (tal como observamos durante la pandemia de COVID-19 con el ascenso del movimiento antivacunas).
La objetividad y la imparcialidad son cruciales para preservar la confianza del público en instituciones como la Organización Mundial de la Salud. La pérdida de credibilidad simboliza la desaparición de la autoridad en la comunidad global.
Este artículo es una publicación original. Si encuentra algún error, inconsistencia o tiene información que pueda complementar el texto, comuníquese utilizando el formulario de contacto o por correo electrónico a redaccion@thevapingtoday.com.