Los trabajadores sociales, con su presencia incansable en las comunidades más desatendidas, tienen el potencial de cambiar las reglas del juego en la lucha contra el tabaquismo. El último informe del Estado Global de la Reducción del Daño del Tabaco (GSTHR) revela cómo estos profesionales, a menudo subestimados, pueden ser la clave para disminuir drásticamente las tasas de tabaquismo en poblaciones vulnerables.
En el escenario de la salud pública mundial los trabajadores sociales emergen como un aliado poderoso y frecuentemente subestimado en la lucha contra el tabaquismo, según el documento del Estado Global de la Reducción del Daño del Tabaco (GSTHR).
Esta iniciativa de la agencia británica de salud pública Knowledge·Action·Change (K·A·C) revela que, con las herramientas y el conocimiento adecuados, estos profesionales pueden reducir significativamente las tasas de tabaquismo entre las poblaciones vulnerables que apoyan día a día.
Trabajo social y reducción de daños
Los trabajadores sociales desempeñan un papel crucial en comunidades marginadas alrededor del mundo. Actúan como protagonistas anónimos de la salud pública, no sólo brindando apoyo inmediato, sino ejerciendo influencia en el bienestar a largo plazo de estas comunidades.
El informe titulado «El tabaquismo y las poblaciones vulnerables: apoyo para dejar de fumar y reducir el daño del tabaco con el trabajo social» enfatiza que al integrar estrategias de reducción del daño del tabaco en su labor, estos profesionales pueden disminuir la prevalencia del tabaquismo y mejorar la salud comunitaria de manera significativa.
La reducción del daño del tabaco, explica el documento, es más que un concepto abstracto; es una oportunidad tangible para salvar vidas al ofrecer alternativas más seguras a los productos de tabaco tradicionales. Optar por opciones de nicotina más seguras, como los cigarrillos electrónicos, el snus, los productos de tabaco calentados y las bolsitas de nicotina, representa una reducción notable en los riesgos para la salud asociados con el tabaquismo.
A pesar de los problemas bien documentados asociados al tabaquismo, el consumo persiste por una variedad de razones. Para muchas personas, la nicotina es una fuente de placer similar al café o el alcohol, mientras que otros dependen de ella para afrontar los desafíos cotidianos. En personas con trastornos emocionales o mentales, como la esquizofrenia, la nicotina puede servir como automedicación, aliviando potencialmente síntomas cognitivos o mitigando efectos secundarios de medicamentos.
Una lucha por la equidad
El documento del GSTHR, disponible en 13 idiomas además del español, explora cómo estas alternativas pueden beneficiar a las personas asistidas por trabajadores sociales, especialmente en regiones donde dichos productos son asequibles y accesibles.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), dos tercios de las personas con condiciones de salud mental severas eran fumadoras en 2021. Las tasas de tabaquismo entre quienes padecen esquizofrenia pueden llegar al 70-80 %, y las personas que consumen drogas ilícitas tienen tres veces más probabilidades de fumar que aquellas que no las consumen.
Según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), «las tasas de tabaquismo entre las personas con esquizofrenia son de 2 a 4 veces superiores a las de la población general, y a menudo se sitúan entre el 70 % y el 80 %». Esta estadística subraya el importante solapamiento entre el consumo de tabaco y la esquizofrenia, a menudo atribuido a los efectos temporales de la nicotina sobre la cognición y el estado de ánimo, en los que algunas personas con esquizofrenia podrían encontrar alivio.
Un estudio en California reveló que las condiciones relacionadas con el tabaquismo representaron aproximadamente el 40 % de las muertes entre individuos hospitalizados por trastornos asociados a cocaína, opioides y metanfetaminas. La investigación subraya la importante carga sanitaria que supone el tabaquismo entre las personas con trastornos por consumo de sustancias, lo que pone de relieve la necesidad de enfoques de tratamiento integrados que aborden tanto el consumo de tabaco como el de sustancias.
El potencial del trabajo social
David MacKintosh, director de K·A·C y líder del proyecto GSTHR, destacó el potencial no aprovechado dentro del sector del trabajo social:
«Los trabajadores sociales de todo el mundo a menudo interactúan con individuos que tienen más probabilidades de fumar, incluyendo aquellos con desafíos de salud mental y uso de sustancias. Desafortunadamente, en muchos países, los trabajadores sociales no están capacitados para apoyar a los clientes que desean dejar de fumar», explicó MacKintosh.
«Esta omisión representa una oportunidad perdida tanto para los necesitados como para el panorama de salud pública en general. Al equipar a los trabajadores sociales con conocimiento y herramientas relacionadas con la reducción del daño del tabaco, podemos mejorar los resultados para los clientes, las familias y las comunidades, potencialmente salvando vidas. El impacto potencial es enorme, particularmente en regiones donde los servicios de cesación del tabaquismo son escasos, inexistentes o financieramente inaccesibles».
Fuente
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